Una semana explosiva se avecina en La Promesa, y los secretos más oscuros comienzan a emerger entre el brillo de las joyas y las sombras de la nobleza. Del 16 al 20 de junio, los personajes afrontan revelaciones que podrían cambiar sus destinos para siempre, y todo comienza con un título inesperado, un regalo envenenado… y un nombre: la joyería Llop.
🌫 Lunes: El peso del oro, la sombra del veneno
El amanecer en La Promesa trae consigo una calma engañosa. En el gran salón, los rostros se congelan cuando el Duque Lisandro de Carvajal y Cifuentes anuncia un gesto sin precedentes: ha concedido un condado. El beneficiado no es un noble, ni siquiera un burgués. Es Adriano, un jornalero de manos curtidas y mirada humilde. Un campesino que una vez salvó la vida del Duque, y ahora se ve arrastrado a los salones del poder.
A su lado, Catalina, hija del marqués, apenas puede creerlo. “Un condado para nosotros”, susurra, entre incrédula y emocionada. Pero Adriano, abrumado, siente que aquello le roba su esencia: “Yo no soy un conde. Soy un hombre de campo”.
Sin embargo, no todos lo ven con buenos ojos. Jacobo, hijo bastardo del marqués Alonso, envenena el ambiente con su desprecio. “¿Aún lo dudas, campesino?”, le escupe con odio, encendiendo una chispa de rivalidad que amenaza con incendiar toda la casa.
Mientras tanto… las tensiones hierven
En el corazón del palacio, Simona lucha con el dolor que le causa su hijo Toño. Busca consuelo en Manuel, que entre motores y recuerdos, le confiesa su promesa más íntima: averiguar quién asesinó a Yana, jurándoselo frente a su tumba. El dolor compartido entre Manuel y Simona une dos mundos: el de la nobleza rota y el de la servidumbre silenciosa.
Un acto de justicia y una deuda saldada
El marqués Alonso también hace memoria. Llama a Rómulo, su mayordomo de confianza, y le devuelve, con intereses, todo el dinero que éste le prestó en los días más oscuros. “Es tuyo. Es mi deber saldar esta deuda”, declara. Un acto de gratitud rara vez visto entre amos y sirvientes.
Pero no todos comparten ese honor. Leocadia, la marquesa de lengua afilada y corazón de piedra, irrumpe furiosa ante el Duque Lisandro. “¿Un condado para esa muchacha y su gañán?”, brama, sintiéndose humillada. Pero Lisandro la fulmina con su indiferencia: “Salvé mi vida gracias a él. Mis decisiones son mías. No te debo explicaciones”. Una bofetada sin manos que deja a Leocadia temblando.
La joya maldita: regreso a la joyería Llop
Pero el verdadero horror empieza a asomar entre los objetos brillantes. Curro, Lope y Pía descubren que la pulsera que causó la muerte de Yana contenía cianuro, escondido entre las gemas o en el cierre. ¿Y de dónde salió esa joya mortal? De la joyería Llop. El lugar que, hasta entonces, había sido sinónimo de lujo… ahora se revela como la cuna de una trampa letal.
“Tenemos que volver”, sentencia Lope. La investigación se reabre, pero esta vez con furia. Ya no se trata de sospechas, sino de pruebas. El asesinato de Yana fue premeditado. Y todo apunta a que alguien muy poderoso encargó una joya diseñada para matar.
Los hilos invisibles del Capitán Lorenzo
En las sombras, el Capitán Lorenzo de la Mata, padre de Curro y maestro de manipulaciones, convoca a su hijo con urgencia. Curro, cada vez más decidido a descubrir la verdad, sospecha que su padre está detrás de mucho más de lo que aparenta. Cada encuentro con él es un paso más hacia el abismo.
Amor, culpa y traición en los pasillos
Mientras tanto, María Fernández vive atormentada por la caída en desgracia de Samuel, el sacerdote que rompió sus votos por amor a ella. “Confiesa, Samuel. Tienes que decir la verdad. Esa carta fue tuya”, le exige con la voz quebrada. Samuel, consumido por la culpa, lucha entre la redención y la condena pública. El amor se ha vuelto una penitencia sin perdón.
Esperanza secreta entre ruinas
En medio de tanta oscuridad, una chispa de luz: Emilia y Rómulo. En un rincón del jardín, el mayordomo le hace una promesa: “Me iré contigo. Dejaré La Promesa. Solo nosotros, en paz”. Pero antes, debe encontrar el momento para hablar con Alonso. Sus planes aún son secretos, como flores que brotan bajo la tierra.
Martes: La confirmación y la cuenta atrás
El martes llega con urgencia. Curro, con el informe del veneno en mano, tiene la certeza de que su hermana fue asesinada con frialdad. El crimen no fue por amor ni por error. Fue una ejecución. Y ahora sabe dónde comenzó todo: en la joyería Llop. El círculo se estrecha. Las piezas del rompecabezas encajan. Un asesino acecha detrás de una sonrisa amable y una joya brillante.
Y mientras tanto… otra bomba emocional está por estallar
Leocadia cree haber ganado una batalla: ha convencido a su hija Ángela de marcharse a Zúrich para estudiar. Pero desconoce que Ángela tiene su propio plan… y no tiene nada que ver con Suiza. La joven ha decidido tomar las riendas de su vida y su madre no lo verá venir. La rebelión está a punto de estallar en su propio hogar.
En el hangar, una carta sellada con fuego
Por su parte, Manuel, aún con el corazón sangrando, acepta una oferta para sus motores. Es el primer paso hacia un futuro nuevo, lejos del dolor. Pero mientras firma la carta, la imagen de la tumba de Yana lo persigue. Ha jurado justicia. Y no descansará hasta cumplirla.
Y así, entre cianuro y condados, ‘La Promesa’ entra en una semana decisiva.
El pasado reclama cuentas. Los secretos se derrumban. Y la joyería Llop, envuelta en misterio y muerte, podría ser la clave que lo cambie todo.
¿Quién encargó la joya asesina? ¿Quién se esconde detrás del veneno?
La respuesta está más cerca que nunca… y nadie saldrá ileso.