En este emotivo episodio, se abre una herida profunda del pasado entre Carmen y su hermano, cuando Tasio, con preocupación y frustración, le cuenta que su cuñado ha rechazado una nueva oportunidad laboral de mayor categoría como transportista de larga distancia. Aunque el puesto tiene un buen sueldo, Chema no quiere aceptar un trabajo que lo mantendría alejado de casa día y noche. Carmen lo defiende enseguida, argumentando que cualquiera, incluso ella, habría tomado la misma decisión. Pero Tasio, indignado por la falta de ambición del joven, le recuerda que Chema ya fue despedido de su anterior empleo por cometer errores desde el primer día, y que ni siquiera una mejora laboral logra motivarlo.
Tasio comienza a perder la paciencia y no entiende por qué Carmen siempre sale en defensa de su hermano. Entonces, intenta ir al fondo de la cuestión: quiere saber qué ocurrió en su infancia, esa “mala experiencia” que ella alguna vez mencionó. Aunque al principio se resiste, finalmente Carmen se quiebra y revela el oscuro episodio que lleva cargando desde niña.
Tras la muerte de su padre, Carmen tuvo que cuidar a su hermano mientras su madre trabajaba largas jornadas. Pasaban hambre, y un día, sin comida en casa, decidió salir con su hermano en busca de algo para comer. Encontraron un huerto con un ciruelo lleno de fruta, y como el niño era pequeño, Carmen lo empujó a entrar por la reja para que tomara unas ciruelas. Lo que no sabía era que había un perro en la finca. El animal atacó brutalmente a su hermanito. Carmen recuerda con dolor el momento en que lo vio, llorando, ensangrentado, diminuto y aterrorizado. Desde entonces, esa imagen no ha dejado de perseguirla.
Aunque Tasio intenta consolarla, insistiendo en que ella era solo una niña y que no puede seguir culpándose por un accidente de la infancia, Carmen no puede perdonarse. Para ella, el sentimiento de culpa es tan grande que ha marcado toda su vida y su forma de relacionarse con su hermano. Cree que falló en su rol como hermana mayor y que, desde entonces, debe protegerlo a toda costa.
Tasio le insiste en que deben dejar el pasado atrás. Le recuerda que ya son adultos, que Chema debe empezar a hacerse responsable de su vida y que ella necesita liberarse de esa culpa que la está consumiendo. Le asegura que Chema estará bien, que nadie lo va a herir y que es hora de que Carmen también piense en ella misma.
La conversación culmina con un momento tierno, donde Tasio intenta suavizar el ambiente con una broma y gestos de cariño. Pero el trasfondo emocional queda latente: Carmen ha vivido toda su vida atrapada en una culpa que nunca verbalizó, y ahora, al abrirse, quizás por fin pueda empezar a sanar. Sin embargo, la pregunta permanece: ¿podrá realmente dejar atrás ese trauma infantil y permitir que su hermano enfrente la vida por su cuenta? ¿O continuará sacrificando su propia felicidad por un error que cometió siendo apenas una niña?