Este episodio comienza con una Digna profundamente afectada por la situación de su hijo Luis, cuya recuperación aún es incierta tras una operación delicada. Agobiada por la culpa y la incertidumbre, busca consuelo en Agustín, sintiéndose responsable por no haber actuado antes. A pesar del apoyo recibido, las dudas no la dejan tranquila.
Por otro lado, Damián toma una posición activa y estratégica en su cruzada contra Don Pedro. Empieza a indagar en su pasado, revisando información comprometedora que podría darle una ventaja decisiva. Tras recibir un mensaje en clave, organiza una reunión secreta con alguien que podría aportar una pieza clave en el rompecabezas.
Mientras tanto, Carmen debe resolver un problema logístico en la cantina: la ausencia de una repartidora amenaza con alterar todo el servicio. Sin perder tiempo, busca soluciones rápidas para evitar daños en la reputación del negocio.
Don Pedro, cada vez más seguro de su control, encarga a Tasio la presentación de un nuevo proyecto. Aunque este acepta con entusiasmo, se pregunta si no está siendo manipulado en un juego mucho más grande.
En el hospital, la familia de Luis respira con alivio tras la exitosa cirugía, aunque saben que aún queda mucho por superar. En casa, María y Begoña continúan enfrentadas por la crianza de Julia, intensificando una tensión que la niña percibe aunque no logre comprender del todo.
Joaquín, abrumado por sus emociones y sus miedos respecto al futuro con Gema, se desahoga con su hermano sin saber que ella lo escucha. Esto le permite a Gema ver una faceta vulnerable y sincera de él que hasta ahora desconocía.
Pedro, implacable, da otra jugada: le asigna a Andrés una tarea pesada y minuciosa con el objetivo de desgastarlo emocionalmente. Andrés, aunque sospecha las intenciones detrás, acepta sin protestar.
La noche llega, pero Digna no logra descansar. Los recuerdos de Jesús, su muerte y lo que ella calla la persiguen. Sin embargo, al amanecer, se arma de fuerza, decidida a seguir adelante. Mientras Damián se acerca a la verdad y Carmen demuestra su liderazgo, Digna comienza a vislumbrar lo que tal vez nunca quiso aceptar: que Pedro no es quien aparenta ser.