En el episodio 568 de La Promesa, los sentimientos ocultos, las decisiones impulsivas y las tensiones acumuladas provocan una cadena de acontecimientos que sacuden los cimientos del palacio. Catalina, dividida entre el amor que siente y el orgullo que le impide ceder, recibe una visita inesperada en plena noche: Adriano se presenta en su habitación para hacerle una propuesta que podría cambiar sus vidas para siempre. ¿Aceptará la joven la petición de matrimonio del humilde labriego o dejará que sus miedos y prejuicios la dominen una vez más?
Mientras tanto, la amenaza de una huelga en el servicio se hace más real que nunca. El posible despido de María Fernández ha encendido la chispa de la rebelión, y Rómulo lidera a un grupo de criados decididos a no permitir una injusticia más. Petra, rígida y autoritaria, se niega a dar marcha atrás, pero la presión va en aumento, y ni siquiera el respaldo de Leocadia parece bastar para contener el descontento.
Por otro lado, Leocadia sigue tejiendo su red de manipulación, pero su posición peligra. La investigación de Curro sobre la muerte de Jana y la implicación del Dr. Gamarra empieza a levantar sospechas. Una conversación con Pía revela que Leocadia sabe más de lo que admite, y su reacción demuestra que hay secretos oscuros que aún están por descubrirse. Su intención de mantener el control absoluto del palacio la lleva incluso a preparar un picnic con Jacobo y Ángela, usando a Curro como peón en un juego que podría volverse en su contra.
El joven, aún con el corazón dividido entre la lucha por la verdad y su deseo de justicia, intenta mantenerse bajo perfil mientras observa cada movimiento de la misteriosa Leocadia. Pero algo le dice que el verdadero peligro aún no ha mostrado su rostro.
La jornada culmina con un estallido emocional en el vestíbulo. Justo cuando María se prepara para dejar el palacio, los criados se levantan como una sola voz para impedirlo. Alonso, con una autoridad renovada, se presenta en el último segundo para frenar el caos y reafirma su papel como Marqués, protegiendo a María hasta que se esclarezca lo ocurrido.
Y mientras todo eso sucede, Catalina se enfrenta a sí misma. El eco de la propuesta de Adriano resuena en su mente. Ha salido en su búsqueda sin encontrarlo, y al regresar al palacio, se ve envuelta en la revuelta del servicio. ¿Tomará finalmente una decisión desde el corazón o seguirá atrapada por el peso del qué dirán?
Una vez más, La Promesa nos recuerda que la calma en el palacio nunca es más que una ilusión… y que cada noche puede esconder una nueva tormenta.