El capítulo 362 de Sueños de Libertad arranca con una conversación aparentemente casual entre Gabriel y María, que desayunan juntos en casa de los Reina. Sin embargo, detrás de las preguntas inocentes, se esconde una tensión latente. Gabriel, intrigado, le pregunta a María si ha visto a Begoña. Al enterarse de que iba hacia el dispensario, no puede evitar mostrar interés en cómo la vio. María, algo incómoda por la insistencia, lo llama “Gabriel Engreído”, pero él lo aclara todo con una frase que lo cambia todo: “Begoña dio el primer paso”.
Esa confesión deja a María con la boca abierta, y exige más detalles. Gabriel revela que Begoña le confesó su complicada historia con Andrés y que él aprovechó el momento para sincerarse y decirle que le gusta, que está dispuesto a afrontar cualquier obstáculo, siempre que ella sea feliz. María, sin ocultar su sorpresa, lanza un comentario mordaz: “Madre mía, no tiene vergüenza”. Pero lo que termina de sacudir la conversación es que Gabriel le cuente, con orgullo, que Begoña lo besó con pasión. María, entre divertida y escéptica, le recuerda que no debe cantar victoria tan rápido. Sin embargo, Gabriel está convencido de que las cosas avanzarán.
El tono de la charla cambia cuando María le pregunta sobre los planes contra la fábrica. Gabriel, con aire misterioso, le asegura que la familia Reina está a punto de recibir un golpe que no ven venir. María quiere saber más, pero él se limita a decirle que tenga paciencia.
En ese momento aparece Damián, quien con una actitud tranquila le pide a Gabriel que lo visite en su despacho más tarde. María se despide para darles privacidad. Ya a solas, Gabriel pregunta qué ocurre, y Damián, con cierta incomodidad, confiesa que lo que quiere saber no tiene nada que ver con el trabajo: “¿Qué hay entre tú y Begoña?”, le lanza directo.
Gabriel se molesta ante la intromisión, pero Damián insiste en que lo hace por preocupación. Finalmente, Gabriel admite que aún es pronto para definir la relación, pero que ambos están intentando avanzar con calma. Damián, con tono serio, le advierte que esa relación puede alterar profundamente la paz de la familia, especialmente considerando que Begoña y Andrés tuvieron una relación extramatrimonial.
Gabriel no se inmuta: afirma que Andrés ya ha pasado página, que está centrado en su matrimonio, y que Begoña es libre de rehacer su vida. Damián no está convencido. Recuerda los tiempos turbulentos que vivieron con Jesús y Andrés, y teme que se repita el mismo escenario si Gabriel y Begoña continúan acercándose. Le pide encarecidamente que lo piense bien, por el bien de todos.
Mientras tanto, en el dispensario, Luz y Begoña charlan sobre un simposio, pero pronto el tema gira hacia algo más personal. Luz nota un cambio en su amiga y la presiona: “Te noto diferente, ¿qué pasa?”. Begoña, tímida, admite que ocurrió algo la noche anterior que la dejó confundida pero emocionada. Luz intenta sacarle más información, cuando de pronto aparece Gabriel.
Con una mirada y un gesto, Gabriel indica que quiere hablar a solas con Begoña. Luz, comprensiva, los deja. En la intimidad, Gabriel le pregunta si le ha contado a Luz lo que está ocurriendo entre ellos. Begoña admite que sí, pero que Luz es discreta. Gabriel lo interpreta como una buena señal y le dice que él también ha hablado de ella… con su suegro.
Begoña se pone nerviosa al oír que Gabriel le ha contado a Damián lo suyo. Él explica que no le quedó opción: Damián le preguntó directamente. Ella, molesta, le pregunta qué le dijo. Gabriel responde con sinceridad: no quiso mentirle. Le explicó lo que sentía, y Damián le pidió que se alejara de Begoña. “¿Y tú qué piensas hacer?”, pregunta ella. Gabriel, firme, le dice que no tiene intención de alejarse, pero que le preocupa que ella pueda salir perjudicada, sobre todo por su situación delicada como viuda de Jesús.
Begoña le revela entonces algo importante: antes de la muerte de Jesús, obtuvieron la nulidad matrimonial. Y si sigue en esa casa, es por su cercanía con Julia. Gabriel intenta tranquilizarla: no cree que Damián se atreva a separarlas, pero si ella lo considera necesario, está dispuesto a alejarse. Begoña lo detiene: “No quiero que te alejes. Nadie tiene derecho a decidir sobre mis sentimientos”.
Gabriel se conmueve y le dice que su valentía es una de las cosas que más le gustan de ella. Justo cuando están a punto de besarse, alguien interrumpe al tocar la puerta. La tensión queda flotando.
Más tarde, Begoña decide enfrentar a Damián directamente. Va a su despacho y, sin rodeos, le pregunta si le pidió a Gabriel que se alejara. Damián niega haberlo hecho, pero admite que le expresó sus reservas. Begoña, herida, le reprocha su constante interferencia en la vida de los demás y le recuerda episodios pasados: cuando quiso encubrir que Jesús le disparó o cuando amenazó con encerrar a su madre en un manicomio. Damián intenta justificarse: todo lo hacía por el bien de su familia.
Pero Begoña no acepta sus razones. Lo acusa de repetir los mismos errores y le lanza una pregunta directa: “¿Qué hará si sigo viendo a Gabriel? ¿Me echará de la casa? ¿Me alejará de Julia?”. Damián lo niega rotundamente. Dice que nunca haría daño ni a ella ni a su nieta, y que realmente la aprecia, aunque no lo parezca. Cree haber cambiado, pero Begoña duda: “Con actos como este, no parece”.
Damián insiste en que no quiere coaccionar, sino que ambos comprendan las consecuencias de sus decisiones. Begoña lo desafía: “¿Qué consecuencias? No estamos haciendo nada malo”. Damián menciona que piensa en Andrés, en lo que podría sentir si se entera. Reconoce que Begoña ha sufrido mucho y que merece rehacer su vida, pero le pide que no le cause más dolor a su hijo.
Con emoción contenida, Begoña se sincera: no sabe si lo que siente por Gabriel la llevará a algún sitio. Nunca imaginó volver a ilusionarse tras perder a Andrés. Pero ha sucedido. Y pregunta, mirando a Damián a los ojos: “¿Qué se supone que debo hacer? ¿Ignorarlo? ¿Usted lo haría?”. Damián, con honestidad, admite que él tampoco sería capaz.
La conversación culmina con una reflexión clave: Begoña recuerda que fue el propio Andrés quien, antes de morir, le pidió que buscara su felicidad. “Y creo que con quién la encuentre es lo de menos”, sentencia. Damián, con resignación, parece aceptarlo: si Begoña ha decidido seguir adelante con Gabriel, entonces lo mínimo que Andrés merece es que sea ella quien se lo cuente.
Un capítulo cargado de emociones, decisiones difíciles y verdades que salen a la luz. Sueños de Libertad no da tregua, y este triángulo amoroso promete seguir sacudiendo los cimientos de la familia Reina.