El lunes 3 de marzo amanece bajo un cielo gris en La Promesa, como si la misma naturaleza anticipara el huracán de revelaciones que está por desatarse en el palacio. Mientras los criados se debaten entre quedarse sin sueldo o abandonar el servicio en busca de un futuro más seguro, la tensión se palpa en cada rincón de la finca. Pero la mayor inquietud no gira en torno a la crisis económica, sino al oscuro misterio que Jana está a punto de destapar.

Desde hace tiempo, Jana ha recopilado pistas sobre la muerte de Tomás, un crimen sin resolver que sigue marcando a la familia Luján. Todo apunta a que Cruz, la marquesa, no solo está involucrada, sino que podría haber sido la mente maestra tras la tragedia. Sin embargo, Jana no quiere precipitarse. Acusar a la marquesa sin pruebas sería un suicidio social, además de poner en peligro a todos los que la rodean.

A medida que las piezas del rompecabezas encajan, Jana descubre una verdad aún más aterradora: Cruz también podría estar implicada en el secuestro del hijo de Dolores y en su posterior desaparición. Con la ayuda del varón de Luján, la marquesa se deshizo de Dolores, silenciando cualquier posibilidad de que la verdad saliera a la luz. Pero ahora, Jana está decidida a enfrentarse a ella, y sabe que no puede hacerlo sola.

Es por eso que decide confiar en Curro. A pesar de que su relación se ha vuelto tensa en los últimos tiempos, Jana comprende que ambos comparten un enemigo común y que juntos pueden desentrañar la verdad. En un rincón apartado del palacio, Jana se encuentra con Curro y, con el corazón acelerado, le confiesa sus sospechas.

—Curro, necesito que me escuches sin juzgarme —le dice con seriedad—. He estado investigando y creo que Cruz ordenó matar a Tomás.

Curro, sorprendido, la observa en silencio. Es una acusación demasiado grave como para ser tomada a la ligera.

—No puedo asegurarlo todavía —continúa Jana—, pero todas las pruebas apuntan a ella. No es la primera vez que se deshace de alguien que le estorba. Lo hizo con Dolores y lo haría de nuevo si fuera necesario.

Curro siente un nudo en el estómago. Hasta ahora, había creído que su tía solo era una mujer manipuladora y calculadora, pero la idea de que fuera capaz de asesinar a su propio hijo es demasiado.

Jana le lanza una última advertencia:

—Tu matrimonio con los Castroviejo no es más que otra jugada suya. Si te casas con esa heredera, quedarás atrapado en un acuerdo que solo la beneficia a ella.

La duda se instala en Curro. ¿Podrá enfrentarse a su familia y ayudar a Jana a desenmascarar a Cruz? La verdad está a punto de salir a la luz y La Promesa jamás volverá a ser la misma.