La Promese Spoilers: Jana y el Último Secreto de La Promesa: Traiciones, Venganza y Justicia!

Jana y el Último Secreto de La Promesa: Traiciones, Venganza y Justicia.Jana se había despertado con la cabeza llena de dudas, pese a que la noche anterior ella y Manuel habían anunciado oficialmente su partida rumbo a Italia Aunque en su interior se debatía entre marcharse para siempre y romper con todo, había algo –o mejor dicho, varias cosas– que la retenían Aquellos secretos no aclarados, la culpa y, sobre todo, el anhelo de hacer justicia por fin, le impedían dar la espalda a su pasado 1. La tensión en el servicio: despidos y rumores.Desde muy temprano, el ajetreo en la planta baja era inusual

Los rumores sobre despidos inminentes corrían de boca en boca, y los criados se mostraban visiblemente alterados Rómulo, el mayordomo, había anunciado que quienes quisieran marcharse podrían hacerlo, pero sin indemnización alguna; y los que optaran por quedarse trabajarían sin sueldo hasta que la familia resolviera sus apuros financieros En la cocina, Teresa removía una olla con el semblante preocupado mientras escuchaba cómo Santos, exaltado, comentaba a quien quisiera oírlo que Ricardo y Ana estaban en pleno acercamiento romántico

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—Yo les vi dar un paseo juntos, cogidos del brazo, —contaba Santos con dramatismo— Seguro que Ricardo aún siente algo por su exmujer.Pía, que entraba en ese momento, chasqueó la lengua con desaprobación —Baja la voz, Santos.

Bastante alboroto tenemos con los despidos como para esparcir más habladurías Aun así, era inútil intentar frenar a Santos cuando se trataba de chismes. Satisfecho, siguió relatando su propia versión, impregnada de exageraciones En pocos minutos, las doncellas más curiosas, incluidas algunas nuevas que habían llegado meses atrás, se arremolinaban a su alrededor Pía negó con la cabeza y se dirigió al despachito donde guardaba las cuentas de la cocina, agobiada por la incertidumbre de la jornada 2. El dilema de Ricardo y Ana: desmentir rumores.Mientras la mayoría del servicio discutía sobre la supuesta reconciliación de la expareja, Ricardo, forzado por las circunstancias, se vio obligado a desmentir aquellos rumores

Lo hizo en la sala de estar, ante la atenta mirada de varios criados y de su propia exmujer, Ana, que lo escuchaba con un rubor en las mejillas —No existe ningún interés sentimental entre nosotros, —recalcó Ricardo, carraspeando— Ana y yo solo hablamos del niño y de cómo afectará la crisis de La Promesa a su futuro Ana se mantenía callada, con los ojos fijos en el suelo. En realidad, ella no descartaba la posibilidad de recuperar algo de lo que un día tuvieron, pero sabía que Ricardo no estaba preparado para confesarlo públicamente

Además, la situación general en el palacio no invitaba a grandes decisiones románticas Por eso, tragó saliva y asintió en silencio, respaldando las palabras de Ricardo para acallar las habladurías Santos, en las sombras del pasillo, sonreía con cierto sarcasmo.

El mero hecho de que Ricardo tuviera que negar esos rumores confirmaba, a ojos de Santos, que algo de cierto tenía su historia O eso quería creer él.3. El desconcierto de Curro: la traición de Jana.Mientras tanto, en uno de los saloncitos del ala sur, Curro caminaba de un lado a otro, con la ansiedad reflejada en sus ojos Acababa de enterarse de que Jana había compartido con Leocadia cierta información que comprometía un secreto muy delicado para él Sus manos sudaban al recordar las palabras que habían llegado a sus oídos: “Jana le contó algo a la señora de Figueroa sobre tu pasado, algo que podría perjudicarte ”.—¿Por qué lo habría hecho? —se preguntó en voz alta, incapaz de hallar respuesta—

¿Acaso desconfía de mí, o quizá quiere usar esa información en mi contra?.Cada minuto que pasaba, Curro se sentía más invadido por la desconfianza Sabía que Jana y él habían compartido confidencias sobre su verdadera identidad, e incluso sobre la posibilidad de que Alonso fuera su padre Aquello, de salir a la luz, no solo pondría en entredicho toda su vida, sino que desataría una tormenta aún mayor en la familia Luján Ángela se asomó con sigilo a la puerta, tras buscarlo por toda la casa.—Curro, he estado hablando con Martina sobre tu situación

Tenemos que frenar los planes de Cruz y Lorenzo para casarte con la heredera de los Duques de Castroviejo Pero Curro estaba tan consumido por sus temores que, al principio, apenas prestó atención a las palabras de Ángela No podía dejar de pensar en lo que Jana había hecho.

Sin embargo, el nombre de Cruz lo sacó de sus cavilaciones —¿Qué sabes de esos planes? —preguntó, torciendo el gesto.—Suficiente para advertirte de que pronto te pondrán un documento delante para formalizar el compromiso Si te niegas, usarán cualquier artimaña para doblegarte.Curro sintió un nudo en el estómago La idea de convertirse en un títere de su supuesta familia era inaceptable.

Sin embargo, su cabeza seguía dividida: por un lado, la furia hacia Jana, y por otro, el miedo a Cruz y Lorenzo Finalmente, asintió a Ángela, intentando serenarse.—Hablaré con Jana. Debo entender por qué habló con Leocadia Y, después, decidiré qué hacer con Cruz.4. Martina y la boda en La Promesa: rebeldía frente a la crisis Mientras todo esto sucedía, Martina mantenía una acalorada discusión con Cruz y Alonso en el despacho familiar La joven insistía en celebrar su boda en La Promesa, aunque la crisis económica amenazara con ahogar cada rincón del palacio —¡Es mi ilusión desde niña! —exclamó Martina, casi al borde de las lágrimas—. No me importa si el banquete tiene que ser más modesto

Lo que quiero es casarme aquí.Cruz, con gesto altanero, alzó la voz:.—¡Basta de caprichos! La situación es insostenible No hay dinero para fiestas ni celebraciones.—Madre, —intervino Alonso, sofocado por la tensión—, Martina solo quiere… Pero la Marquesa no quiso escuchar más.

Se levantó del sillón y se marchó dando un portazo Alonso suspiró, sintiendo que se multiplicaban los frentes de conflicto. No solo tenía que lidiar con la inminente marcha de Manuel y Jana, sino también con la testarudez de Martina y las insidiosas maniobras de su esposa para casar a Curro con una heredera rica Jacobo, el prometido de Martina, aprovechaba la incertidumbre.

Ese mismo día, la encontró en la galería que daba al jardín interior y la rodeó con el brazo —Mi querida Martina, —le dijo con tono meloso—, quizá debas replantearte lo de la boda en La Promesa En estos momentos, más que un gesto romántico, podría parecer una afrenta a tus tíos Martina lo observó con cierto recelo. La conversación mantenida con Catalina la había dejado intranquila Su prima temía que Jacobo fuera un nuevo Pelayo, un hombre que aparentara ser comprensivo y amoroso, pero que, con el paso del tiempo, resultara egoísta e interesado ¿La estaba manipulando para ganarse el favor de Cruz?.Aun así, Martina suspiró. Se sentía sobrepasada:

—No lo sé, Jacobo. Quizá tengas razón, pero… aún no estoy preparada para decidir.5 El nuevo motivo de Jana para no irse.Esa misma tarde, Jana se encerró en su habitación, mirando con desconsuelo la maleta semivacía que había empezado a preparar Acababa de recibir una carta anónima dejada a la puerta de su alcoba.

La carta contenía un mensaje escalofriante: “Si te marchas sin revelar la verdad, todo lo que tu madre sufrió habrá sido en vano ”.Al leerlo, un escalofrío recorrió su espalda. Aquellas palabras aludían directamente al asesinato del Barón de Linaja y, quizás, a las intrigas que Cruz y Lorenzo habían urdido Como si no fuera suficiente, Jana recordaba la confesión de Pía: la jefa de servicio había sido la autora material de la muerte del Barón, obligada a defenderse de sus abusos, pero se negaba a revelar la identidad de quienes la ayudaron o encubrieron —No puedo marcharme sin aclarar estos horrores. Sería una traición a mi madre… —murmuró Jana, tapándose el rostro con las manos

Era consciente de que si ella y Manuel ponían tierra de por medio, la verdad podría quedar sepultada bajo el miedo y las mentiras Además, en los últimos días se había enterado de que Cruz y doña Petra podrían haber cometido otros crímenes, como la eliminación de pruebas tras la muerte de Tomás Y también estaba la trama de Curro: ¿acaso se iría y dejaría al chico a merced de la Marquesa? Fue en ese instante cuando Manuel llamó a la puerta y se adentró en la habitación —Jana, ¿estás bien? Te noto inquieta.Ella se giró, sosteniendo la carta anónima, y lo miró con ojos encendidos de determinación

—Manuel… quizá no podamos marcharnos todavía.El joven frunció el ceño, sorprendido —¿Por qué? Anoche lo dejamos claro ante todos….—Lo sé, pero una cosa es nuestro deseo de escapar de este infierno y otra es dejar tanta injusticia sin resolver Además, ¿te das cuenta de que si nos vamos ahora, Curro quedará atrapado en ese matrimonio forzado con los Castroviejo? Manuel apretó los labios. Sabía que Jana tenía razón. Aunque él anhelaba con toda su alma salir de La Promesa, no podía ignorar los lazos familiares y los conflictos que seguían abiertos

—Está bien, —cedió con un suspiro—, nos quedaremos un tiempo más. Pero tendrás que explicárselo tú misma a mi madre, a Alonso y a todos Si mis planes de trabajo en Italia se retrasan demasiado, corremos el riesgo de perder esa oportunidad Jana asintió, con un nudo en la garganta.

No quería arruinar el futuro de ambos, pero sentía que la vida la empujaba a dar un último paso: enfrentar a Cruz y desvelar la verdad sobre la muerte del Barón y otras muertes que rondaban los pasillos del palacio 6. El reencuentro de Curro y Jana: una explicación necesaria.Más tarde, Curro fue a buscar a Jana La encontró en la biblioteca, hojeando viejos cuadernos. El rostro de él reflejaba una mezcla de furia y dolor —Necesito hablar contigo. ¿Por qué le contaste a Leocadia ese secreto sobre mi pasado? Jana levantó la vista con gesto sereno, aunque en su interior sentía inquietud.

—No fue un acto de traición, Curro Leocadia ya sospechaba ciertos detalles, y cuando me preguntó directamente, pensé que si ella conocía parte de la verdad, podría ayudarnos contra Cruz Créeme, lo hice para protegerte.El muchacho apretó los puños, intentando dominar sus emociones —¿Protegerme? ¿Cómo puede ayudarme que alguien más sepa que Alonso probablemente sea mi padre? —Porque Leocadia no es amiga de Cruz, sino su enemiga.

Y maneja suficiente información para frenar esos planes de matrimonio arreglado Si en algún momento Cruz insiste en obligarte, Leocadia podría exponer datos que la Marquesa querría mantener ocultos, y eso le haría recular Curro tragó saliva. Quizá las palabras de Jana tenían sentido. Aun así, el rencor seguía corroyéndolo por dentro —¿Y qué hará Leocadia con esa información?.

—Nada que te ponga en peligro, —respondió Jana con la voz suave— Me prometió que solo la usaría en caso de que Cruz te forzara a firmar.Tras un instante de tenso silencio, Curro se llevó una mano a la frente —Solo espero que no sea demasiado tarde….7. El escándalo de la cena: Jana se queda Aquella noche, todos se reunieron para la cena en el gran comedor.

La atmósfera era pesada, como si flotara la amenaza de un inminente estallido Alonso, con semblante cansado, presidía la mesa. Cruz, sentada a su derecha, arrugaba el entrecejo en señal de desdén Martina y Jacobo cuchicheaban en un extremo, y Catalina, en silencio, parecía sumida en sus propias cavilaciones Pía y Rómulo estaban al fondo de la sala, supervisando el servicio, pues todavía mantenían su posición pese a los recortes Manuel y Jana, uno al lado del otro, intercambiaron una mirada cómplice. Él carraspeó para llamar la atención de todos y, una vez que las conversaciones se apagaron, tomó la palabra

—Ayer anunciamos que Jana y yo nos marchábamos a Italia. Sin embargo… las circunstancias han cambiado La sorpresa se extendió en la mesa. Cruz enarcó las cejas con displicencia, esperando el resto de la frase Alonso se incorporó ligeramente, con un deje de esperanza, o tal vez de duda.

—¿Qué significa eso? —preguntó, receloso, Jacobo Manuel miró a Jana, que asumió el turno de explicar.—Significa que no podemos irnos todavía Hay demasiados asuntos sin resolver en La Promesa….—Asuntos que no os incumben, —escupió Cruz con frialdad “Ya habéis hecho bastante daño.”.Jana apretó la servilleta, conteniendo la rabia —Señora, no pretendo faltarle al respeto, pero lo que ocurrió con el Barón de Linaja, el tema de Curro y los planes de boda que se están fraguando a sus espaldas, todo eso nos incumbe No podemos mirar a otro lado mientras se comenten injusticias.Cruz se levantó de un salto, arrojando la servilleta al plato

—¡Me niego a tolerar más intromisiones! Alonso, ¿vas a permitir este circo?.Alonso, tan superado por la situación, solo supo murmurar: —Cálmate, Cruz.Pero la Marquesa, ciega de cólera, golpeó la mesa con la palma abierta —¿Con qué derecho se cree Jana para inmiscuirse en los asuntos de esta familia? ¿Cuándo dejará de causarnos estragos? —El mismo derecho de quien ha sufrido por culpa de las mentiras que reinan en esta casa, —atajó Manuel, apoyando la mano en el hombro de Jana— Nos quedamos un poco más, y no le estamos pidiendo permiso.El silencio posterior quedó roto cuando, de pronto, un sirviente entró con expresión alarmada

Se acercó a Rómulo y le susurró algo al oído. El mayordomo palideció y clavó la mirada en Pía, que sintió un vuelco en el corazón Temía que se tratara de la revelación pública de su implicación en la muerte del Barón —¿Qué sucede, Rómulo? —preguntó Alonso, nervioso al ver a su hombre de confianza tan alterado El mayordomo vaciló unos instantes y tomó aire.

—Mi señor… Hay un agente de la Guardia Civil en la puerta, solicitando hablar con doña Pía La mención de la Guardia Civil sacudió a la concurrencia. Pía cerró los ojos, convencida de que por fin su secreto había estallado Se levantó con las piernas temblorosas y, sin mediar palabra, abandonó el comedor para recibir al visitante 8. La verdad sobre el Barón de Linaja.

Mientras la cena quedaba en un segundo plano, la conversación en el vestíbulo se transformó en un giro inesperado El agente entregó a Pía un requerimiento oficial donde se le citaba para prestar declaración en relación con la muerte del Barón de Linaja Al leerlo, la jefa de servicio sintió que el mundo se le deshacía bajo los pies. Sin fuerzas para sostenerse, cayó de rodillas y rompió a llorar Rómulo corrió en su ayuda.

Alzándola del suelo, la condujo a un apartado del corredor Allí, Pía se derrumbó por completo y confesó:.—Fui yo quien acabó con la vida del Barón ¡No había otra salida! Era un hombre cruel y abusivo. Aquella noche… me atacó y… no recuerdo todo con claridad Solo sé que intenté defenderme. Y lo maté.

Rómulo la escuchó con el pecho oprimido, acariciándole el cabello para calmarla —Pía, no estás sola. Te ayudaré en todo lo que pueda.—Por favor, —suplicó ella—, no permitas que me encierren antes de que se sepa la verdad de lo que el Barón hacía aquí y… y quién se benefició de su muerte Lo que no quiso revelar, al menos de momento, era el nombre de las personas que la ayudaron a encubrir el hecho, posiblemente Cruz o Lorenzo, o incluso otros implicados que guardaban silencio por miedo o conveniencia 9. Un giro en los planes: el compromiso de Curro en jaque.Mientras el drama de Pía se desarrollaba, Cruz se retiró a su alcoba, enfurecida

Allí la esperaba Lorenzo, que había recibido noticias alarmantes sobre Leocadia y Jana Se lo contó en voz baja, con tono apremiante:.—Tenemos que apresurar el compromiso de Curro con la hija de los Duques de Castroviejo Si se desata el escándalo de la muerte del Barón y la familia cae en desgracia, perderemos ese enlace tan provechoso Cruz alzó la mirada, furibunda.—Necesitamos actuar ya.

Mañana mismo forzaremos la firma del muchacho Sin embargo, ambos ignoraban que, en la penumbra del pasillo, Ángela había oído cada palabra La hija de Leocadia salió corriendo en busca de Martina, decidida a impedir que se consumara esa trampa Martina, que acababa de abandonar la cena tras el estallido de Cruz, se hallaba en la galería Ángela la abordó con el aliento entrecortado:.

—Cruz y Lorenzo quieren forzar la firma del compromiso de Curro mañana Tenemos que avisarle.La sobrina de los Marqueses la miró con angustia. Recordó lo que Jana había dicho, y de pronto comprendió por qué la joven y Manuel habían decidido posponer su partida Había demasiados cabos sueltos, demasiada oscuridad en La Promesa.—Iré a buscar a Curro, —anunció Martina— Él debe saberlo cuanto antes.10.

El desenlace: la decisión de Jana y el nuevo rumbo Mientras la casa hervía en tensiones, Jana y Manuel se reunieron a solas en el invernadero, iluminado tenuemente por unos farolillos que colgaban del techo acristalado El olor a tierra húmeda se mezclaba con el de las gardenias nocturnas. Ambos se miraban, con el corazón en un puño —Ya lo sabes, —dijo Jana, acariciando la mano de Manuel—, no me marcho todavía.

No puedo dejar así a Curro, a Pía, ni enterrar el recuerdo de mi madre sin esclarecer del todo lo que ocurrió con el Barón y con Tomás Él asintió, comprensivo.—Haremos frente juntos a lo que venga. Pero en cuanto todo se aclare, viajaremos a Italia, Jana Quiero darte la vida que mereces, lejos de estas paredes cargadas de tragedia.La joven sonrió con un matiz de melancolía en sus ojos —Seremos libres, Manuel. Solo dame un poco más de tiempo.

Unos pasos resonaron detrás de un seto de buganvillas Era Alonso, que se había acercado con cautela al ver luz en el invernadero. No pudo evitar escuchar las últimas palabras de Jana Carraspeó para hacerse notar, y la pareja se giró.—Padre, —dijo Manuel—, lo siento si te molesta que cambiemos de planes Pero Jana necesita terminar algo importante aquí.

Alonso se aproximó, adoptando un tono inusualmente suave —No estoy enojado. Al contrario, agradezco que no nos abandonéis en el peor momento Sé que este lugar ha sido un foco de desgracias para Jana, pero… tal vez ella logre traer algo de justicia y luz a esta casa La joven inclinó la cabeza, conmovida por la comprensión del Marqués.

Durante un instante, los tres se unieron en un silencio que tenía algo de reconciliación 11. El nuevo paso: desenmascarar la conspiración.Con la determinación de no marcharse todavía, Jana volvió a dirigir sus esfuerzos a desenmascarar a Cruz y Lorenzo A la mañana siguiente, se reunió con Leocadia.

A la cita acudió también Ángela, y juntas planearon cómo frustrar la firma del compromiso de Curro —Disponemos de pruebas contra Cruz que podrían echar al traste su reputación, —explicó Leocadia—, si se atreve a presionar a Curro con ese matrimonio Ángela asintió.—Se trata de obligarla a elegir entre su codicia y el peligro de ser detenida si se destapan todas sus tramas Mientras el caso del Barón está en investigación, Cruz tiene mucho que perder.

Jana, que escuchaba con atención, sintió que el plan era arriesgado, pero la única vía eficaz para salvar a Curro de un destino impuesto Tenía la esperanza de que la amenaza de exponerlo todo terminara ahuyentando a la Marquesa y a Lorenzo Mientras tanto, Martina y Catalina observaban los acontecimientos con expectación En el fondo, deseaban que Jana triunfase, pues ello podría traer cierto alivio a las tensiones que asfixiaban la casa 12. Un rayo de esperanza para Jana.

El día finalizó con una escena que muchos en La Promesa no hubieran creído posible Justo antes de la cena, Pía salió de la cocina con la barbilla alta, decidida a enfrentarse a sus fantasmas Al ver a Jana en el pasillo, se detuvo junto a ella y le puso la mano en el hombro —Jana, sé que deseas aclarar qué ocurrió con el Barón. No te mentiré más.

Estoy dispuesta a contar lo que deba ante la Guardia Civil, aunque me cueste la libertad Jana apretó la mano de la jefa de servicio, conmovida.—Pía, lo siento por lo que has sufrido Haré lo posible para que se entienda que actuaste en defensa propia.Pía asintió, con lágrimas contenidas, y se marchó a seguir sus tareas, sintiendo un leve alivio en su corazón Por primera vez en años, sentía que podía contar con alguien que la comprendería Mientras Jana contemplaba la silueta de Pía alejándose, supo con certeza que aquella era la razón por la que no partiría aún a Italia Su vida con Manuel podía esperar un poco más, pero no podía abandonar a las personas que, de un modo u otro, depositaban su esperanza en su valentía

Y así, con el crepúsculo envolviendo la casa, Jana sintió un rayo de esperanza. Tal vez, al final, sí lograría su ansiada justicia Tal vez, al fin, La Promesa podría liberarse del veneno que la corroía.13. Epílogo: un nuevo aliento Al caer la noche, Manuel se reunió con Jana en uno de los balcones del ala este, contemplando la luna que iluminaba los jardines Él le rodeó la cintura y apoyó el mentón en su hombro, sintiendo el calor de su cuerpo —Estoy orgulloso de ti, —murmuró—, de tu fuerza, de tu determinación para quedarte, incluso cuando lo más fácil habría sido huir

Ella giró el rostro para mirarlo con ternura.—Tengo miedo, Manuel, pero también siento que al final todo saldrá bien Cuando concluya esta historia, seremos libres de verdad.Un silencio cómplice los envolvió En la distancia, se escuchaba el relincho de un caballo y el susurro del viento entre los árboles Era como si la noche se abriera, misteriosa y cargada de promesas de un futuro mejor —¿Sabes algo? —añadió Jana, con un ligero temblor en la voz—. A pesar de todo el dolor, en mi corazón hay un anhelo de vida, de paz…

—Lo tendremos, —afirmó Manuel, besándole la frente—, lo tendremos, Jana, cueste lo que cueste En ese preciso instante, mientras la luna ascendía sobre la silueta del palacio, Jana comprendió que la cuenta regresiva hacia la verdad ya había empezado Ella no se marchaba de La Promesa porque alguien tenía que romper las cadenas de secretos y crímenes que la atenazaban Y aunque el camino prometía ser arduo, se aferró a la certeza de que, al final, la justicia y el amor prevalecerían… y con ellos, un final más dulce de lo que jamás habría imaginado

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