La tensión en Sueños de libertad alcanza un punto álgido cuando Begoña y Damián se enfrentan en una conversación cargada de emociones sobre el destino de Julia. Jesús ha tomado una decisión irrevocable: llevarse a su hija a París, lejos de todos. Pero Begoña no está dispuesta a rendirse tan fácilmente.
Begoña, al borde del colapso, se enfrenta a Damián
Con los nervios a flor de piel, Begoña busca desesperadamente a Damián para exigirle que haga algo. Está convencida de que Jesús no se lleva a Julia por su bienestar, sino como una forma de castigarla a ella y a los Merino.
“No podemos permitir que use a mi hija como un arma para vengarse,” exclama, con la voz quebrada por la angustia.
Damián, aunque comprende su dolor, le recuerda fríamente la realidad: su matrimonio con Jesús ha sido anulado. Ya no hay lazos legales que la unan a él ni a su hija. “Lo sabías, Begoña. Sabías que esto podía pasar”, le dice, con tono firme pero sin crueldad.
Jesús ya ha tomado su decisión, y nadie lo hará cambiar de opinión
Damián intenta hacerle ver que Jesús no cederá. Ya ha hablado con él y le ha dejado claro que no hay forma de hacerlo cambiar de parecer. “No hay nada que podamos hacer”, sentencia.
Pero Begoña no puede aceptar la derrota. Para ella, Julia lo es todo, y la idea de verla crecer lejos, sin ella, le resulta insoportable. Insiste en que Jesús está destruyendo la vida de la niña al apartarla de su familia.
“No podemos dejar que se la lleve así, sin más. Julia es lo único que le queda a mi hijo, y Jesús no tiene derecho a separarla de nosotros,” suplica, con la desesperación reflejada en sus ojos.
Damián, con la frialdad que lo caracteriza, le asegura que Jesús ama a su hija y que jamás le haría daño. Pero Begoña se niega a creerlo. “Jesús no sabe lo que es el amor. Él no es capaz de amar a nadie”, responde con furia, dejando claro que no confía en su exmarido.
La verdad más dura: Begoña ya no tiene derechos sobre Julia
Al ver que Damián no cede, Begoña recurre a la única carta que le queda: luchar por la custodia de Julia a nivel legal.
“Buscaré un abogado. Voy a pelear por mi hija, cueste lo que cueste,” declara con determinación.
Pero Damián la mira con seriedad y le lanza la sentencia más devastadora de todas:
“No tienes ningún derecho sobre Julia, Begoña. Has perdido todo derecho y obligación sobre ella.”
Esas palabras caen como una sentencia de muerte para ella. El pánico la invade. ¿Cómo puede ser posible? ¿Cómo pueden arrebatarle a su hija sin más?
Pero Begoña no está dispuesta a rendirse. Con la mirada llena de determinación, promete:
“No dejaré que me quiten a Julia. No me importa cuánto tiempo tome. Jesús no se saldrá con la suya.”
La guerra por Julia acaba de empezar, y Begoña está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias.