Jesús sabe que la mudanza será difícil para-Julia, pero insiste en que con apoyo podrá adaptarse rápidamente a su nueva vida en París. Sin embargo, la empresa representa un problema: necesita vender sus acciones o dejarlas en manos de alguien de confianza, pero no ve a nadie en su familia como una opción viable.
En ese momento, María se ofrece inesperadamente para gestionar sus acciones. Le asegura que sería su voz en la empresa y que nadie defendería mejor sus intereses, especialmente ahora que está decidida a arruinar la vida de Andrés y Begoña. Sin embargo, Jesús se muestra escéptico y le recuerda que, al ser mujer casada, su marido tendría control sobre las acciones.
María, lejos de rendirse, le asegura que su esposo dejará de ser un obstáculo en cuanto consiga la nulidad matrimonial. Jesús duda sobre qué pasaría si no la obtiene, pero María confía en que él encontrará la manera de evitar que su marido tenga poder sobre las acciones.
Con este acuerdo en el aire, la posibilidad de que María se quede en Toledo y maneje los negocios de Jesús se convierte en una estrategia que podría cambiar el rumbo de todos.
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