La tensión se apodera de la oficina del notario cuando Marta y Damián enfrentan una realidad que los deja sin aliento: Jesús, en un acto inesperado, ha excluido por completo a Andrés y Begoña del testamento, delegando todo el control de la herencia de Julia en una sola persona… María Duque.
La reunión comienza con tono cordial, pero no tarda en volverse incómoda. Marta expresa con firmeza su inquietud: ¿cómo pudo Jesús confiarle semejante responsabilidad a alguien sin experiencia en gestión empresarial? Tanto ella como Damián temen que el legado de Julia, y especialmente el control de la fábrica, caigan en manos inadecuadas.
El notario, intentando mantenerse neutral, recuerda que Jesús tomó su decisión en pleno uso de sus facultades mentales y que su voluntad debe respetarse. Pero Marta no se detiene. Le lanza una pregunta incómoda: ¿no tendría él, como notario, alguna responsabilidad si María llegara a malgastar la fortuna de la niña? El profesional responde tajante: su labor es dar fe, no juzgar.
Damián, visiblemente frustrado, exige saber si el notario conoce personalmente a María. Este admite que no, pero explica que normalmente un albacea busca consejo en personas cercanas o expertos. Damián no lo ve así. “Este caso es distinto – no puede tratarse como uno más”, afirma con firmeza.
Entonces llega el verdadero giro dramático: Marta plantea que, como mujer casada, María debería necesitar el consentimiento de su esposo Andrés para operar con cuentas o propiedades. Pero el notario, con voz calmada pero firme, deja caer la bomba: Jesús ya lo había previsto. En el testamento hay una cláusula específica que le otorga a María control absoluto, sin necesidad de consulta ni aprobación por parte de Andrés.
El impacto en Marta y Damián es evidente. Pero lo peor está por venir. El notario explica que, si Andrés intentara interferir en cualquier decisión financiera, todas las acciones de la fábrica pasarían automáticamente a manos de una empresa francesa de perfumes llamada Brasa, tal como estipula la cláusula especial. Jesús lo dejó todo atado.
Atónitos, Marta y Damián cuestionan la legalidad de ese movimiento. Pero el notario es claro: “Con el requerimiento expreso del testador, todo es completamente legal.”
Así se abre una nueva batalla en Sueños de libertad. La familia queda en manos de María Duque, y los excluidos tendrán que decidir: ¿aceptarán su nueva realidad… o lucharán por recuperar lo que consideran suyo? La guerra por el legado de Julia apenas comienza.