En el próximo capítulo de Sueños de libertad, Begoña se convierte inesperadamente en el sostén emocional que puede salvar al doctor Fermín del abismo en el que está a punto de hundirse. En plena noche, agotada tras una jornada intensa, Begoña regresa al dispensario sin imaginar que está a punto de enfrentarse a una escena desgarradora.

Al abrir la puerta, lo encuentra allí: al doctor Fermín, solo, hundido, temblando, con una botella de éter en sus manos. El fantasma de su antigua adicción ha vuelto, más amenazante que nunca. Su mirada perdida y sus palabras rotas reflejan un hombre al borde de la rendición total. Begoña, sorprendida, mantiene la calma. Le pregunta qué hace allí. Él intenta justificarse, pero no puede ocultar la verdad.

Con firmeza, pero con compasión, Begoña se aproxima. Le recuerda que aún hay tiempo para cambiar, que no todo está perdido. Él, en un estallido de desesperanza, le grita que ya no tiene a nadie, que ha perdido a su esposa, a su hijo… y a sí mismo. Que esa botella es lo único que le queda.

Pero Begoña no se deja vencer. Con una sinceridad impactante, le revela que ella también fue víctima de la adicción. Que también se sintió sola. Y que fue gracias a aquellos que la amaban que logró salir. La confesión toca algo profundo en Fermín. Por un instante, la rabia se convierte en vulnerabilidad.

Él insiste en que no puede ser ayudado. Que no es tan fuerte como ella. Pero Begoña le responde con una verdad demoledora: no es fuerte por elección, sino porque no tiene otra opción. Tiene una hija por quien luchar. Y él, aunque crea no tener a nadie, sí tiene: la memoria de su esposa, el cariño de Damián, la preocupación de sus colegas… y ahora, también, la mano extendida de ella.

En un gesto lleno de humanidad, Begoña le propone una salida: que se vaya unos días a su casa. Que se desintoxique con apoyo, sin estar solo. Que no deje que el peso de la culpa lo hunda más. Le promete que lo acompañará, que estará con él en cada recaída si hace falta. Que juntos pueden encontrar la manera de sanar.

Fermín, al borde de las lágrimas, se lleva las manos al rostro. El peso de la vergüenza lo aplasta… pero también lo despierta. ¿Será este el punto de inflexión que necesita? ¿Aceptará el doctor la ayuda que tanto necesita? ¿O caerá, una vez más, en la oscuridad que lo persigue?

La escena se convierte en una lección de empatía, lucha y segundas oportunidades. Sueños de libertad nos recuerda que a veces, solo hace falta una voz amiga para dar el primer paso hacia la redención.

¿Tú qué crees que pasará? Déjanos tu opinión en los comentarios. ¡Nos encanta leerte! 💬