En el momento más crítico para la familia, el dolor y la incertidumbre los envuelven como un manto oscuro. Luis ha sido operado de urgencia por un hematoma interno más grave de lo esperado. Aunque parecía estar fuera de peligro, una repentina crisis obliga a intervenirlo nuevamente. La angustia consume a Digna, que se debate entre la fe y el miedo a perder a su hijo. El padre acude a dar consuelo y oración, mientras la tensión se palpa en cada rincón del hospital.
A pesar de la gravedad de la situación, el mundo de los negocios no se detiene. Don Pedro convoca una junta clave para aprobar el ambicioso proyecto con las bases americanas. La ausencia de Luis y el reciente accidente hacen que el foco se desplace a Tasio, quien sin esperarlo, recibe la responsabilidad de hacer la presentación frente al consejo. Un movimiento que lo deja paralizado, dudando de su capacidad y más aún, de su lealtad: ¿debe apoyar a Don Pedro o mantenerse fiel a su familia, que está en contra del acuerdo?
En paralelo, la tensión entre antiguos socios estalla. Solís, el viejo compañero de Pedro, regresa con sed de venganza y desconfianza. Asegura que Pedro lo manipuló para quedarse con la empresa, y teme que Rosmarino pueda ser su próxima víctima. La desconfianza crece, y se gesta una investigación en la sombra para desenmascarar las intenciones de Pedro.
Mientras tanto, en los pasillos del hospital, Digna lucha contra el agotamiento y la culpa, sintiendo que todo lo malo que ocurre podría ser un castigo por sus errores. Joaquín intenta calmarla, pero confiesa su propio sentimiento de responsabilidad. Una burbuja de aire provocó la crisis de Luis tras la operación. Aunque la segunda intervención fue un éxito, hasta que Luis despierte, nadie sabrá si hay secuelas permanentes.
Entre tanto caos, Carmen intenta reorganizar las rutas de venta a domicilio tras varias renuncias provocadas por el discurso moralista del cura del pueblo. Las mujeres están cansadas de las restricciones impuestas por una sociedad que constantemente les corta las alas. Pero Carmen no se rinde, y sus compañeras, solidarias, se ofrecen a ayudar, demostrando que la sororidad puede más que cualquier sermón.
La presión sobre Tasio se intensifica. Debe preparar la presentación para la junta, y sus nervios lo traicionan. Carmen lo anima con consejos prácticos, intentando infundirle la seguridad que no siente. Pero lo que realmente lo desestabiliza es el dilema moral: si apoya el proyecto de Pedro, rompe definitivamente con su familia; si vota en contra, traiciona sus propias convicciones sobre lo mejor para la fábrica.
La cuenta regresiva hacia la junta avanza implacable. Pedro, sabiendo que Luis no podrá participar, se juega el todo por el todo. Ha convencido a los estadounidenses, y los perfumes, cremas y jabones ya están en circulación. La oportunidad es única. Joaquín, entre el dolor de ver a su hermano en estado crítico y su rol en la empresa, decide no cancelar nada. Cree que lo mejor es avanzar, proteger lo que aún puede salvarse.
Pero no todo es tan simple. El voto de María se convierte en el comodín final. Aunque lo lógico sería que apoye a su familia, Pedro está trabajando en su propia estrategia: presionarla a través de la nulidad matrimonial. La partida de ajedrez está en su punto más tenso. Un solo voto puede cambiarlo todo. Y nadie está seguro de en qué dirección se moverá la balanza.
Luis sigue dormido. La familia espera. La empresa tiembla. Y el destino de todos pende de un hilo.