Después de meses marcados por secretos, traiciones y dolor en La Promesa, una figura inesperada aparece para romper, una vez más, la frágil estabilidad del palacio: Esteban, el supuesto padre biológico de Jana. Su llegada no solo reabre heridas profundas del pasado, sino que desencadena una cadena de acontecimientos que pondrán a prueba el amor, la lealtad y la verdad.
Todo comienza en una mañana fría, cuando una vieja carreta se detiene frente a la majestuosa entrada de La Promesa. Un hombre con rostro endurecido por los años y una cicatriz en la mejilla izquierda afirma ser el padre de Jana, la joven que siempre creyó ser huérfana. Su nombre: Esteban Moncada. Los criados, alarmados, lo observan acercarse, mientras él exige ver a su hija y “recuperar lo que es suyo”.
La noticia corre por los pasillos como fuego: ¿podría este forastero ser en verdad el padre de Jana? Cuando la joven lo escucha, queda paralizada entre incredulidad y una chispa de esperanza. “¿Y si realmente es mi padre?”, le confiesa a Manuel, quien a pesar de comprenderla, le advierte: “Debes ser cauta, no sabemos cuáles son sus verdaderas intenciones”.
Jana decide enfrentar a Esteban. El encuentro entre ellos está cargado de emoción y tensión. Él intenta justificarse por años de ausencia, asegurando que se perdió tras la muerte de su madre y que la oscuridad lo consumió. Jana, aunque profundamente afectada, le responde con dureza: “¿Por qué ahora? ¿Por qué apareces después de tanto tiempo como si nada hubiera pasado?”.
Mientras tanto, Manuel y Alonso comienzan a investigar. Lo que descubren es alarmante: Esteban tiene antecedentes por contrabando y falsificación. Cuando Manuel se lo muestra a Jana, la joven se siente traicionada. “¿Por qué no me dijo la verdad?”, se pregunta con dolor.
Y por si fuera poco, Cruz, siempre calculadora, ve en Esteban una herramienta. Lo soborna con dinero a cambio de manipular a Jana y alejarla de Manuel. Esteban duda, pero la necesidad lo tienta. Poco a poco, su discurso hacia Jana cambia. Le sugiere dejar La Promesa, insinuando que su lugar no está allí. Jana, perceptiva, se enfrenta a él: “Si de verdad eres mi padre, deberías apoyarme, no manipularme”.
Al mismo tiempo, Cruz y Petra urden un plan para destruir la reputación de Jana. Difunden rumores, y cuando Jana descubre por casualidad una conversación entre Cruz y Esteban, la verdad la golpea como una daga: ¡su supuesto padre fue comprado por su mayor enemiga!
“Eres como todos los demás”, le grita Jana con lágrimas de rabia, “solo viniste por dinero”. Esteban, dolido, intenta explicarse, pero ella ya no quiere escuchar.
Cruz, al ver que Esteban fracasó, pasa a una estrategia más agresiva. Revela públicamente el pasado criminal de Esteban y lanza sospechas sobre Jana. Alonso, dividido entre la verdad y la lealtad, se enfrenta a la realidad: la reputación de los Luján está en juego.
Esteban, en un último acto de redención, reúne a todos en el salón principal y confiesa que fue manipulado por Cruz. Expone las cartas, los pagos y los planes oscuros que la marquesa había diseñado para destruir a Jana. Cruz, desesperada, niega todo, pero Manuel, con pruebas en mano, confirma sus palabras.
Ante la presión social, Alonso toma una decisión irrevocable: Cruz debe abandonar La Promesa y exiliarse. “No me rendiré”, promete Cruz al marcharse, jurando venganza.
Con su partida, Jana y Manuel intentan reconstruir sus vidas. Esteban, por su parte, permanece en un pueblo cercano, buscando, poco a poco, redimirse. “No espero tu perdón, pero quiero demostrarte que he cambiado”, le dice a Jana, quien, aunque cautelosa, reconoce su esfuerzo.
La historia de Esteban y su regreso inesperado ha dejado cicatrices imborrables. Pero también ha revelado las verdaderas intenciones de Cruz, ha fortalecido a Jana, y ha demostrado que incluso en un mundo lleno de sombras, la verdad, aunque dolorosa, siempre encuentra su camino.
¿Es este el final de la guerra silenciosa en La Promesa? ¿O solo el principio de una nueva batalla que cambiará para siempre el destino del palacio? El futuro sigue envuelto en incertidumbre, pero una cosa es segura: Jana ya no es la misma… ahora, está lista para luchar.