En un giro totalmente inesperado, La Promesa nos trae uno de los regresos más impactantes de toda la serie. Tras un salto temporal de un año, los pasillos del palacio han cambiado, los personajes han evolucionado, pero lo que nadie esperaba era que Jana —la gran ausente— volviera… ¡viva y con un niño en brazos!

La historia se reanuda con Catalina y Adriano disfrutando de cierta paz. Casados y padres de gemelos, planean dejar el palacio e iniciar una nueva vida en Pisa, lejos del juicio constante y de las rígidas reglas nobiliarias. Su deseo de libertad los lleva a enfrentarse incluso con Alonso, el marqués, quien reacciona con furia al enterarse de que su hija abandonará su título por una vida sencilla. Las tensiones familiares escalan, pero Catalina se mantiene firme: quiere una vida auténtica, lejos de la opresión de los apellidos.

Mientras tanto, Cruz —la eterna manipuladora— celebra en silencio la inminente partida de Catalina. En su mente, cada salida de los “rivales” le devuelve el poder perdido. Pero su celebración no dura mucho: una provocación cuidadosamente orquestada por Leocadia —su enemiga silenciosa— la desestabiliza por completo. La tensión entre ambas mujeres explota durante una cena familiar, donde Alonso anuncia que pedirá el divorcio, cansado de los juegos de poder y la falta de paz.

Pero es Manuel quien experimenta el cambio más profundo. Dedicado por completo a la aviación, reconstruye su taller y recibe una oferta soñada: trabajar como ingeniero en Zaragoza. Decidido a comenzar una nueva vida solo, sin amor ni pasado, se prepara para marcharse… hasta que una voz rompe el silencio de su despedida: “Mamá”, dice un niño.

Jana aparece, polvorienta, emocionada, con su hijo en brazos. Su regreso no solo detiene a Manuel en seco, sino que sacude todo el universo de La Promesa. Ella no murió. Fingió su muerte para descubrir la verdad detrás del asesinato de su madre, Dolores. Y ahora, con pruebas y una historia desgarradora, regresa para cerrar heridas… y abrir otras nuevas.

Manuel, devastado por haberla llorado como muerta, la abraza con lágrimas. “Nunca dejé de amarte”, susurra Jana. Y él, al borde del colapso emocional, solo puede repetir: “¿Es esto real?” Jana afirma: “Ese niño es nuestro hijo. Y merece crecer con la verdad.”

La escena final, cargada de emoción, muestra a Manuel arrodillado frente a ella, abrazándola como si el tiempo se hubiese detenido. Pero las palabras de Jana son claras: lo que ocurrió fue necesario, pero lo más importante aún está por revelarse.

¿Qué pasó realmente con Dolores? ¿Quién es el verdadero asesino? ¿Podrá Manuel perdonarla por su engaño?

Una nueva era comienza en La Promesa, con secretos, revelaciones y amores renacidos. ¿Estás preparado?