El capítulo 311 de Sueños de Libertad llega cargado de tensión, decisiones que podrían cambiarlo todo y un torbellino emocional que sacude a todos los personajes… especialmente a Digna, que empieza a cuestionarse seriamente su futuro con Don Pedro. ¿Está a punto de romper su compromiso?
La historia arranca con un ambiente inquieto en la cantina, donde Tasio intenta recuperarse del caos reciente. Por teléfono, le cuenta a Carmen lo que sucedió con la furgoneta robada. Gaspar y Raúl se suman, y Tasio les confiesa con discreción lo ocurrido: la furgoneta de Carmen y Claudia, que transportaba productos muy valiosos de la Reina, ha desaparecido. Pero lo más grave es que en ella iba una caja con un nuevo perfume destinado a Miranda, un encargo que podría poner en riesgo todo.
Gaspar sugiere acudir a la Guardia Civil, pero ni Tasio ni Raúl creen que eso sirva de algo. El temor es que la furgoneta ya esté desmantelada en cualquier lugar. Aun así, acuerdan buscarla después del trabajo, sin hacer ruido.
Mientras tanto, en el despacho de Don Pedro, Digna entra para hablar sobre Julia… o más bien, sobre las acciones. Aunque ella intenta mantener el foco en lo emocional, Pedro demuestra que su único interés está en los beneficios. Digna le revela que sus hijos hicieron un esfuerzo para comprarle las acciones a María, pero que esta prefirió la oferta de Pedro. Él se indigna por no haber cerrado el trato y deja ver su lado más ambicioso.
Simultáneamente, la casa grande se convierte en un hervidero con la llegada de la madre de Marta, recién llegada de Madrid tras la fractura del brazo de su hija. Aunque Pelayo trata de animarla diciendo que estará bien acompañada de Manuela, Tere y Begoña, la señora jabonera no oculta su disgusto. Desde el primer minuto se vuelve una figura exigente e incómoda.
De vuelta al despacho, Digna y Don Pedro continúan debatiendo. Ella le cuenta que Damián también ofreció dinero por las acciones, y que si lo hubiera aceptado, podrían haber triplicado la oferta de Pedro. La conversación se interrumpe con la entrada de Irene, y Don Pedro, frustrado, exige que María firme la venta cuanto antes.
En otro punto de la casa, Marta intenta calmar a su suegra, que no hace más que quejarse y exigir comodidades. La tensión familiar crece, pero el conflicto mayor está aún por venir…
María acude al despacho de Don Pedro, donde él intenta manipularla con halagos. Sin embargo, ella le planta cara y le dice claramente que no venderá sus acciones. Pedro queda atónito. María se va recordando las palabras de Begoña: esas acciones son su única protección.
Más adelante, Begoña felicita a Andrés por su trabajo, pero cuando el tema gira hacia María, las diferencias estallan. Ella insiste en que hizo bien en conservar las acciones, pero Andrés cree que solo alimenta su poder. Terminan discutiendo, incapaces de encontrar un punto medio.
En la fábrica, Tasio explica a Marta lo ocurrido con la furgoneta. Ella se preocupa por la seguridad de las trabajadoras, pero cuando él menciona que lo robado debía entregarse a Miranda, Marta cambia de tono. Se muestra molesta y le recuerda la urgencia de esa entrega. Aunque Tasio promete estar preparando un nuevo lote, Marta sospecha que podría tratarse de un sabotaje empresarial por parte de Floral.
Molesta porque Tasio aún no ha denunciado el robo, Marta le dice que está cruzando todos los límites. Él le suplica que no se filtre la noticia, por temor a que los ladrones se escondan mejor. Marta, sarcástica, le pregunta si entonces esperan que el ladrón les devuelva la furgoneta con una sonrisa.
Finalmente, Marta cede las llaves de su coche a Tasio y le da hasta la mañana siguiente para recuperar lo perdido. Si no lo logra, irá con Carmen y Claudia a presentar la denuncia. Tasio se marcha con el tiempo en su contra.
En la casa, Julia intenta jugar con Teo, que se muestra apático y taciturno. A pesar de sus esfuerzos por animarlo, él parece sumido en sus pensamientos. Julia nota que guarda un pañuelo y, al preguntar de quién es, Teo confiesa que pertenecía a su madre.
De vuelta a la fábrica, Marta trata de calmar a Miranda por teléfono, asegurándole que todo saldrá bien. Pero justo en ese momento llega Don Pedro exigiendo información. Marta improvisa, protegiendo a Tasio, mientras por dentro la ansiedad la consume.
Digna, por su parte, informa que Teo ha conseguido una plaza en la escuela. Aunque debería estar emocionada, se nota preocupada. Confiesa a Irene que no ha podido concentrarse en elegir las invitaciones para su boda. Lo que en otro momento sería una ilusión, ahora se le presenta como una carga. Lo que realmente la carcome es una duda profunda: ¿debería casarse con Don Pedro?
Le confiesa a Irene que siente que el interés de Pedro por las acciones de Julia no es transparente, y teme que sea más ambicioso de lo que aparenta. Incluso se pregunta si la exesposa de Don Pedro sabía lo que él sentía por ella. Irene, incómoda, le miente: le dice que no, que jamás supo nada. Pero la inquietud en los ojos de Digna no se disipa.
En un momento íntimo, Julia y Teo conectan por su dolor compartido. Ella le cuenta que perdió a su padre recientemente, y que cuando lo extraña, va a su cuarto para recordarlo. Teo le dice que tiene suerte de tener a Begoña. Julia intenta responder, pero se detiene… porque Begoña, en realidad, no es su madre.
Por último, Don Pedro reprende a Irene por llegar tarde, justo cuando Miranda intenta comunicarse con ellos. Pedro, cada vez más nervioso, exige resultados, contacto, decisiones. Todo parece precipitarse mientras Marta espera noticias de Tasio.
Y en medio de este torbellino de ambición, mentiras, negocios y pérdidas, la pregunta que lo cambia todo se instala en el corazón de Digna:
¿Está a punto de casarse con el hombre equivocado?
Las dudas no solo acechan… comienzan a envenenar su decisión.
El compromiso con Don Pedro ya no se ve tan claro. Y las semanas que vienen prometen confrontaciones, confesiones y, tal vez, un adiós que nadie esperaba.