La próxima semana en La Promesa se avecina una tormenta de secretos, decisiones peligrosas y alianzas inesperadas. La llegada del Duque de Carvajal y Cifuentes al palacio amenaza con desestabilizar todo el delicado equilibrio. Este nuevo personaje no es un visitante cualquiera: conoce profundamente el pasado de Leocadia y su presencia representa un riesgo inmenso. Nadie puede permitir que descubra ni la existencia de los bebés de Catalina, ni quién es el padre, ni tampoco que Curro siga en La Promesa.

Mientras tanto, Curro y Lope, movidos por el misterio que aún rodea a Cruz y su desaparición, deciden regresar a la joyería que visitaron anteriormente. Esta vez, lo hacen acompañados por Ángela. Allí, la dependienta Esmeralda les revela datos extraños y ambiguos sobre las joyas de Doña Cruz, información tan críptica que les resulta imposible interpretarla en ese momento. Días después, Lope recibe un misterioso paquete enviado por Esmeralda. Ni él ni Curro logran descifrar su contenido, por lo que deciden mantenerlo en secreto incluso para Ángela.

Por otro lado, Eugenia insiste en su objetivo de marcharse a Veracruz. Esta vez, su súplica recae sobre Don Alonso, el Marqués, en busca de su apoyo para poder realizar el viaje. En el ala del servicio, María Fernández comienza a mostrar serias dudas sobre el aparente cambio de actitud de Petra. Lo que para muchos parece una transformación positiva, para ella no es más que una máscara.

El conflicto entre Petra y Samuel se intensifica. Él, harto de su actitud, termina confrontándola en un altercado que genera un fuerte malestar entre ambos. Pero los problemas no terminan ahí para Samuel: una inquietante carta del obispado llega a sus manos, dejando entrever que se avecinan decisiones difíciles.

Rómulo, en un intento por mantener la paz, trata de evitar nuevos choques, pero se ve envuelto en una conversación muy tensa con Emilia. Lo que empieza como un intercambio contenido, pronto se transforma en una discusión cargada de emociones, que evidencia los conflictos internos que ambos llevan tiempo arrastrando.

A pesar del clima de tensión, hay espacio para noticias alentadoras. Toño, el hijo de Simona, regresa a La Promesa con una nueva actitud y, junto a Manuel, logran poner en marcha el negocio que tanto anhelaban. Teresa comenta con alegría a Simona la buena conexión que han logrado los dos jóvenes, resaltando la armonía entre ellos. Sin embargo, Simona, aún dolida por las heridas del pasado, se muestra reacia a facilitar una reconciliación con su hijo.

El palacio parece caminar sobre una cuerda floja: secretos que no pueden salir a la luz, tensiones familiares que siguen creciendo, viejos enemigos que resurgen y nuevas alianzas que se tejen en la sombra. Todo se encamina hacia una semana cargada de incertidumbre, donde cualquier paso en falso podría tener consecuencias irreversibles para los habitantes de La Promesa.