¡Las cartas están echadas y el juego está a punto de estallar! En el capítulo 320 de Sueños de Libertad, los secretos ocultos durante meses amenazan con salir a la luz… y lo que está en juego no es solo la libertad de Pedro Carpena, sino también la estabilidad emocional de Digna, que empieza a sospechar que está a punto de casarse con un asesino.

El capítulo arranca en la residencia de la familia De la Reina, donde el sargento Pontón aguarda para hablar con Damián. Mientras tanto, interroga a Manuela, la criada, buscando pistas sobre la noche en que murió Jesús. Pontón presiona sobre la llegada de Begoña y Andrés el día de la boda. Manuela recuerda que Begoña llegó hacia las 9 de la noche, y Andrés, antes. Aunque no puede precisar la hora exacta, su testimonio abre nuevas grietas en la coartada que ambos ofrecieron a la Guardia Civil.

Damián finalmente aparece y, con tono desafiante, acusa al sargento de seguir acosando a su familia. Pero lejos de evadir el tema, Damián se lanza con una revelación bomba: asegura que su hijo no se suicidó, sino que fue asesinado. Y aunque la policía cerró el caso como accidente, él ha encontrado nuevas pistas. Según Damián, todo gira en torno a Pedro Carpena y sus ambiciones sin límites. El patriarca revela que alguien pagó a un antiguo operario, Ricardo Gorris, para desestabilizar la empresa justo antes de que Pedro asumiera el cargo de director.

El sargento, escéptico, exige pruebas, y Damián menciona una transferencia bancaria sospechosa. Pero lo más inquietante llega cuando sugiere que Jesús estaba a punto de desvelar toda esta conspiración, lo que convertiría su muerte en un crimen por encubrimiento. Además, Jesús planeaba mudarse a París con su hija… ¿por qué se suicidaría si tenía un futuro prometedor?

La conversación con Pontón se intensifica cuando Damián insinúa que fue Pedro quien orquestó la denuncia anónima contra su nuera Begoña, en un intento por desviar la atención de sí mismo. Pero el sargento lanza su propia hipótesis: cree que Begoña, con ayuda de su hijo Andrés, podría haber matado a Jesús. Damián se indigna y reitera que todo apunta a Carpena.

Después de que Pontón se marcha, Andrés entra en el despacho de su padre. Damián le informa de la conversación y le dice con frialdad que, para la policía, él y Begoña son los principales sospechosos. Andrés, visiblemente afectado, intenta justificar la actitud de María, la joven que hizo la llamada anónima. Según él, ella escuchó accidentalmente una conversación entre él y Begoña. Pero Damián no se convence: cree que Pedro manipuló a María, aprovechando su odio hacia Begoña, para convencerla de hacer la denuncia. Andrés empieza a considerar que su padre podría tener razón.

Mientras tanto, el sargento Pontón se presenta en el despacho de Pedro Carpena. Irene, su secretaria, intenta detenerlo, pero el sargento entra sin rodeos. Pedro se muestra sereno, aunque la tensión es palpable. Pontón le informa de que han reabierto la investigación sobre la muerte de Jesús. Pedro, con una frialdad escalofriante, insiste en que pensaba que fue un suicidio. El sargento lo confronta con una serie de preguntas: ¿cómo era su relación con Jesús?, ¿conoce a Ricardo Gorris? Pedro intenta desviar la atención, acusando a Damián de querer destruirlo por resentimiento y celos. Pero el sargento no se deja engañar.

Cuando el sargento menciona a Gorris, Pedro hace una pausa. Asegura conocerlo solo como un ex empleado, pero sus respuestas ambiguas despiertan aún más sospechas. Al ser cuestionado sobre su relación con Jesús, Pedro admite que ya no era buena: lo culpa de malas decisiones que le hicieron perder el control en la empresa. El sargento suelta una frase lapidaria: “Por mucho menos hay gente que mata, créame.”

Justo entonces, Digna entra al despacho. Al ver al sargento, se pone visiblemente nerviosa. Pedro intenta calmarla, pero ella pierde el control. Frente al sargento, balbucea que ella no tuvo nada que ver con la muerte de Jesús y jura que es incapaz de matar a nadie. Pedro intenta reconducir la situación y asegura que Begoña —a quien describe como una sobrina para Digna— está sufriendo profundamente. El sargento, imperturbable, asegura que solo sigue el procedimiento. Pedro finge cooperación, pero sus ojos no pueden esconder la incomodidad.

Tras la partida del sargento, Digna se derrumba. A solas con Pedro, lo abraza con angustia: “¿Qué va a pasar? ¿Qué va a pasar, Dios mío?” Pedro la abraza, tratando de calmarla: “Tranquila, amor mío.” Pero la semilla de la duda ya ha germinado en el corazón de Digna.

Mientras tanto, en casa de los De la Reina, Damián le advierte a Andrés que Begoña está en grave peligro. La policía no les cree y la coartada falsa pesa demasiado. Andrés se desespera. No soportaría ver a Begoña encarcelada por algo que no hizo. Pero Damián insiste: “Mantente firme. No te dejes llevar por el impulso. Lo único que nos puede salvar ahora es encontrar a Gorris.”

El episodio termina con múltiples frentes abiertos. El sargento parece cada vez más convencido de que Pedro oculta algo, y la presión sobre él crece. Digna, emocionalmente al límite, se enfrenta al dilema más difícil de su vida: ¿protegerá al hombre al que ama o escuchará a su conciencia ahora que empieza a sospechar la verdad?

¿Descubrirá finalmente la policía el oscuro papel de Pedro en la muerte de Jesús? ¿Podrá Digna seguir adelante con una boda marcada por el miedo y la sospecha? ¿Y qué papel jugará María, la joven cuya denuncia ha desatado este torbellino?

Todo esto y más, en un capítulo cargado de tensión, secretos y decisiones que podrían cambiarlo todo. Porque en Sueños de Libertad, la verdad siempre encuentra el modo de abrirse camino… aunque sea entre gritos, lágrimas y traiciones.