En el próximo episodio de La Promesa, los conflictos alcanzan un punto crítico. Eugenia se encuentra en el centro de una despiadada estrategia que amenaza con destruirla por completo. Lorenzo y Leocadia siguen adelante con su plan para acelerar su deterioro mental: manipulan sus medicamentos, distorsionan su percepción y la aíslan emocionalmente. Eugenia, atrapada en un laberinto de paranoia y recuerdos confusos, comienza a ver en su nieta Catalina una enemiga, una figura peligrosa que debe eliminarse.
Al mismo tiempo, Martina empieza a dudar profundamente de Lisandro, el Duque de Belmonte. Las sospechas crecen cuando su prometido, Jacobo, revela una inquietante admiración hacia el duque, poniendo en riesgo su relación. La desconfianza de Martina se transforma en un conflicto de valores: no puede aceptar que el hombre con quien va a casarse vea virtudes en alguien que ella considera una amenaza.
Curro, por su parte, vive una tormenta interior. La verdad sobre la muerte de Jana lo ha sacudido hasta lo más profundo, llevándolo a una espiral de culpa y angustia. Su dolor lo lleva a buscar consuelo en Ángela, la hija de Leocadia, quien lo acoge con empatía y comprensión. Esta conexión emocional desemboca en una confesión que puede alterar el rumbo de los acontecimientos.
Catalina y Pía se enfrentan a una urgencia distinta: impedir que Emilia, la enfermera de confianza, abandone el palacio. Catalina idea una estratagema simulando una recaída en su salud para justificar la permanencia de Emilia. El plan funciona, y Emilia accede a quedarse, sin saber que su presencia podría ser clave para proteger a Eugenia y desvelar secretos largamente enterrados.
Mientras tanto, María Fernández se ve envuelta en su propia pesadilla. La amenaza de una posible excomunión la consume, y sospecha que Petra ha sido la responsable de denunciarla ante el obispado. El enfrentamiento entre ambas sacude la cocina del palacio y no pasa desapercibido para el Marqués de Luján, quien observa el episodio con creciente preocupación.
En un nivel más íntimo, la tensión también se apodera del matrimonio entre Adriano y Catalina. La imposición de aceptar a Lisandro como padrino de sus futuros hijos crea un conflicto silencioso pero profundo. Catalina desconfía del duque y teme por la integridad de su familia, mientras que Adriano, resignado, espera que todo sea una simple formalidad. Pero una sombra de inquietud se cierne sobre ellos.
Y en la oscuridad de la noche, Lorenzo ejecuta uno de los actos más perversos hasta la fecha: añade una dosis más fuerte de veneno al agua de Eugenia mientras ella duerme. Su objetivo es llevarla al límite de la locura y así quedar como su único tutor legal, dueño absoluto de sus bienes. Leocadia, por su parte, sigue susurrando mentiras en el oído de Eugenia, sembrando desconfianza hacia Catalina y confundiendo su afecto por su nieto Curro con otros vínculos emocionales.
Las manipulaciones de Leocadia se vuelven cada vez más sutiles y crueles, convenciendo a Eugenia de que su entorno conspira contra ella. Los lazos familiares se retuercen hasta volverse irreconocibles, mientras la salud mental de Eugenia se desmorona por completo.
El episodio 607 de La Promesa se presenta como un torbellino de intrigas, sospechas y emociones al límite.