El capítulo 322 de Sueños de Libertad nos sumerge en una jornada marcada por despedidas, revelaciones familiares y heridas emocionales que aún supuran. En la mansión Reina, mientras Begoña se alista para asistir a la esperada boda de Digna, recibe una visita inesperada de Marta, quien le obsequia una de sus lociones favoritas. A pesar de su negativa inicial, Begoña acepta el regalo entre emociones encontradas, justo cuando se menciona que la investigación del sargento Pontón ha quedado en nada… y que María abandonará la casa ese mismo día.
Las opiniones sobre María dividen a las dos mujeres. Marta no esconde su desprecio, recordando todo el daño que ha causado, mientras Begoña, aunque dolida, reconoce que María ha quedado completamente sola, pese al confort que le espera en Madrid.
En el jardín, Manuela encuentra a María derrumbada en lágrimas. La tensión es evidente. María, con amarga ironía, le dice que no podrá asistir a la boda, no por decisión propia, sino porque su esposo Andrés la ha repudiado. Su destino está sellado: debe abandonar la casa y comenzar una nueva vida en un piso que le han asignado en la capital. Manuela intenta consolarla, pero María, entre rabia y tristeza, responde que todos los que la rodean son unos miserables.
En otro rincón de la propiedad, Marta y Begoña conversan sobre lo que María podría hacer con las acciones que aún posee. Marta teme una venganza, mientras Begoña solo desea que rehaga su vida. No obstante, Marta no cree en redenciones: está convencida de que María volvería a traicionar a cualquiera sin dudar. Begoña, visiblemente afectada, admite que María logró sacar lo peor de sí, mientras Marta intenta animarla recordándole que, tras la partida de María, ella y Andrés podrían finalmente estar juntos. Pero Begoña le devuelve la realidad: siguen casados, y ese amor sigue siendo imposible.
La escena más desgarradora se da cuando María se cruza con Raúl. Con la voz quebrada, le pide que la lleve a Madrid. Él, frío y herido, se niega. Le recuerda que tiene otros planes y que no está dispuesto a ser su consuelo ahora que su esposo la ha echado. María, incrédula, le reprocha su frialdad. Raúl, firme, le lanza palabras que duelen: fue solo un entretenimiento para ella, nunca una opción real. Entre acusaciones, lágrimas y reproches, Raúl se marcha, dejando a María totalmente sola y devastada.
Pero los giros no acaban aquí. En el comedor, Damián deja caer una bomba familiar: un sobrino desconocido, Gabriel, hijo de su hermano Bernardo —de cuya existencia nadie sabía— ha llegado al pueblo para conocer a la familia. Las preguntas y sospechas de Marta y Andrés no tardan en surgir, pero Damián, irritado, zanja el tema: lo importante es que Gabriel está aquí… y es parte de ellos, les guste o no.
Una vez más, Sueños de Libertad nos arrastra en un torbellino de emociones, secretos familiares y corazones rotos. ¿Podrá María levantarse de este nuevo golpe? ¿Qué pretende realmente ese misterioso sobrino? El martes, en Antena 3, todas las respuestas.