El capítulo 608 de La Promesa, que se emite el martes 3 de junio a las 17:50 en TVE, trae consigo una serie de revelaciones y momentos decisivos que sacudirán por completo los cimientos del Palacio de los Luján.
Uno de los ejes del episodio será la creciente tensión alrededor del padre Samuel. María Fernández no ha tenido reparos en señalar públicamente a Petra Arcos como la responsable de todos los males que sufre el sacerdote, incluida su reciente excomunión. Petra, como es de esperarse, niega tajantemente cualquier implicación, y durante una conversación en privado con Samuel, se muestra tranquila, incluso algo ingenua respecto a las consecuencias de haber casado a Catalina y Adriano fuera de un lugar sagrado.
Samuel, aunque preocupado, le aclara que aún no hay una decisión firme del obispado, pero que sí hay una investigación en curso. Sin embargo, lo que más sorprende es que, pese a las sospechas, el sacerdote decide creer en la inocencia de Petra y defenderla ante los demás. Su actitud de compasión, aunque noble, genera división entre quienes piensan que está siendo manipulable y quienes lo ven como un hombre fiel a sus principios de perdón y redención.
En paralelo, el joven Manuel sigue presionando a Toño, el hijo de Simona, para que le diga toda la verdad sobre el dinero desaparecido —el mismo que iba a usarse para la compra de un hangar y que involucraba también el automóvil del marqués. La discusión entre ambos se da en el propio hangar, y Candela, que llega casualmente con una bandeja, escucha parte del altercado. Aunque intentan disimular, Candela, astuta como siempre, empieza a atar cabos y confirma sus sospechas previas.
Recordemos que en el episodio anterior, Candela ya le decía a Simona que si le dieran una moneda cada vez que hablaban del dichoso dinero, sería rica. Con lo que ve ahora, es probable que regrese a la cocina y confirme a su compañera que tenía razón.
Otro gran secreto también llega a su fin. Catalina, presionada por la preocupación de Adriano, quien incluso piensa llevarla al hospital, termina confesándole que su enfermedad fue fingida. Lo hizo con el único fin de que Emilia no se fuera de La Promesa y pudiera seguir al cuidado de Eugenia. Aunque Adriano se inquieta por la mentira, entiende las intenciones nobles de su esposa.
El engaño, de hecho, ha dado resultados: Emilia decide quedarse en el palacio, convencida de que Catalina la necesita. El Dr. Herrer, quien originalmente la había citado para atender un parto complicado fuera del palacio, también acepta que permanezca más tiempo cuidando a la hija del marqués. Emilia le comunica esta decisión al mayordomo Rómulo, quien no puede ocultar su alegría. Los sentimientos entre ambos están más vivos que nunca, y todo indica que un momento romántico está por llegar: se anuncia un beso entre ellos para el viernes. Sin embargo, la historia aún guarda algunas verdades por revelar, como el verdadero estado civil de Emilia, que se interrumpe justo antes de confesárselo a Rómulo.
Por otro lado, Martina comienza a desconfiar seriamente de su prometido, Jacobo. Su actitud y discurso cada vez se asemejan más a los de don Lisandro, lo que incomoda profundamente a Martina, una mujer moderna, independiente y progresista para su época. En este episodio, Jacobo negará haber hecho tratos con Lisandro, pero la desconfianza ya está sembrada. Lo que parecía una relación estable, empieza a resquebrajarse.
La señora Pía Darre, por su parte, sigue avanzando en la investigación sobre la misteriosa muerte de su hermana. Comparte con Curro un descubrimiento importante relacionado con la procedencia del veneno, posiblemente vinculado a unas minas. La trama sobre el asesinato de Hana, que ha sido uno de los motores dramáticos de esta nueva etapa de la serie, sigue dando pasos firmes hacia una resolución.
El momento más tenso del episodio llega cuando Catalina se encuentra con una escena alarmante: Eugenia está sola en la habitación con los niños. El corazón de Catalina se acelera. Eugenia ha tomado el sonajero de Andrés y lo ha escondido en su habitación, algo que desata el enfado y la desconfianza de Catalina. Eugenia, al ser confrontada, niega haberlo hecho, pero se muestra alterada. Por suerte, Ángela interviene para calmarla. Aun así, Catalina pide a Curro que mantenga a su madre alejada de sus hijos, preocupada por su estabilidad emocional.
Pero el problema es más profundo: Leocadia, alias “la postiza”, sigue envenenando la mente de Eugenia. Le hace creer que Catalina le guarda celos, especialmente porque los niños —según ella— prefieren a Eugenia antes que a su propia madre. Entre estas ideas manipuladoras y el efecto del láudano que Eugenia sigue consumiendo, su salud mental se deteriora gravemente. Todo esto conduce al fatídico jueves del “bautizo sangriento”, que aún está por venir.
Y como si todo esto no fuera suficiente, Alonso informa a Catalina que el padre Samuel no podrá bautizar a los niños por su excomunión. Esta noticia deja a Catalina completamente devastada, ya que había puesto toda su ilusión en esa ceremonia. Al preguntar el motivo de tal decisión, la confusión crece.
El episodio culmina con un acontecimiento que congela la sangre: al regresar a la habitación, Catalina y Adriano descubren que Andrés no está en su cuna. El bebé ha desaparecido. El pánico se apodera del palacio. ¿Ha sido Eugenia? ¿Alguien más? La incertidumbre crece, y el capítulo finaliza con una tensión desgarradora.
La Promesa se adentra en su tramo más oscuro. Mentiras, secretos, manipulaciones y un niño desaparecido ponen en jaque la tranquilidad del palacio. El capítulo 608 marca un punto de inflexión en la historia, y lo que viene promete ser aún más impactante.