En la semana del 9 al 13 de junio, Sueños de libertad se transforma en una auténtica montaña rusa emocional. La aparente calma que alguna vez reinó en la familia de los De la Reina se hace añicos, revelando secretos, tensiones soterradas y verdades que nadie estaba listo para enfrentar. Mientras María lucha por su vida tras una caída que parece haber sido más que un simple accidente, el verdadero protagonista de esta semana es Gabriel —el supuesto hijo perfecto—, cuya imagen se resquebraja dejando al descubierto una inquietante doble cara.

Lunes 9 de junio: El eco de una caída

El hospital se convierte en el escenario del dolor, el desconcierto y la culpa. La caída de María no fue solo física: arrastró consigo el equilibrio emocional de todos los que la rodean. Andrés es el más devastado. Su rostro pálido, sus pasos inseguros, y la mirada perdida son el reflejo de una culpa que lo consume. “No debí seguirla”, repite como un mantra, convencido de que su torpeza pudo haberle costado la vida a María. Begoña trata de anclarlo a la realidad: “Fue un accidente, Andrés”. Pero la palabra “denuncia” comienza a flotar en el ambiente, afilada como una navaja. Marta asegura que María podría acusarlo de intento de asesinato, y el pánico lo invade.

Andrés, en un acto de desesperación, decide adelantarse y confesarlo todo a la Guardia Civil. “No soy un criminal”, clama, dispuesto a enfrentar la justicia. Mientras tanto, Marta, desgarrada por la duda, revela que María ya no es la misma. Fría, distante, con la mirada perdida y el alma rota, ha rechazado incluso a Manuela, su refugio emocional de siempre. “¿A qué viniste? ¿A disfrutar esto?”, le espeta con desprecio. El rechazo es tan brutal que Manuela sale destrozada.

Y mientras María yace en su cama, vulnerable y desconfiada, en la perfumería se fragua un drama paralelo.

Cristina, la nueva joven promesa, es presentada por Damián como su protegida. Todo parece normal… hasta que Cristina menciona su fecha de nacimiento: 23 de octubre. Ese dato insignificante para todos, para Irene es una bomba emocional. Esa es la misma fecha en la que perdió a una hija años atrás. El bolígrafo se le cae de la mano, el mundo se detiene, y una duda desgarradora la invade: ¿Es posible que Cristina sea su hija perdida? Damián, que no es ajeno al impacto del dato, observa a su cuñada con atención. ¿Sabe más de lo que aparenta?

Martes 10 de junio: La promesa y la sentencia

Mientras Irene lidia con su estremecedora sospecha, el clima en el hospital se enrarece aún más. Marta necesita respuestas. Debe saber si María realmente denunciará a su hermano. En medio del clima sombrío, la joven toma una decisión: irá a verla. Mientras tanto, Damián, con su habitual frialdad calculadora, se cruza con Digna y la enfrenta por haber pospuesto su luna de miel. La tensión es palpable. “Felicidades por tu boda”, dice con una sonrisa helada. No es una felicitación, es una advertencia: ahora estás del otro lado.

El veredicto no tarda en llegar. Marta regresa del hospital con la peor de las noticias: María lo hará. Está convencida de que Andrés la empujó. La denuncia será una realidad. La familia entera se ve sacudida por la certeza de que se avecina una tormenta legal, social y emocional que podría arruinarlo todo.

Pero, en medio de tanto caos, Gabriel sigue tejiendo su red de engaños.

Mientras se muestra atento, equilibrado y empático con todos, su rostro público no coincide con sus verdaderas intenciones. Su cercanía con Damián es sospechosamente perfecta, su comportamiento demasiado medido. Nadie sospecha que es él quien ha facilitado que Cristina llegue justo a ese lugar, en ese momento, con ese nombre y esa fecha. ¿Qué sabe Gabriel realmente sobre Cristina? ¿Por qué actúa como el hijo ejemplar, cuando claramente hay mucho más detrás de su aparente rectitud?

Miércoles a viernes: Verdades que arden

Conforme avanza la semana, las tensiones se intensifican. Digna decide permanecer junto a su familia en lugar de partir con Pedro, provocando el desagrado de su nuevo esposo. Pedro, dolido y molesto, regresa a la fábrica con sed de venganza: degrada a Joaquín sin miramientos, como quien cobra una factura emocional. Joaquín, que había asumido responsabilidades durante su ausencia, recibe una humillación pública. Todo el resentimiento que Pedro ha acumulado contra los De la Reina comienza a desbordarse.

Por otro lado, la figura de Raúl emerge con fuerza. Manuela le comunica el accidente de María, y el chófer, todavía afectado por una resaca monumental, reacciona con furia. “Con Andrés nunca es un accidente”, gruñe con rabia contenida. Promete que si descubre que ha habido una agresión, no se quedará de brazos cruzados. El hospital se convierte en una olla de presión a punto de estallar.

En medio de todo, la única voz aparentemente racional es la de la doctora Luz, quien intenta explicar con términos técnicos la mecánica de la caída. Pero sus explicaciones científicas no hacen más que alimentar las dudas. ¿Fue realmente un accidente? ¿O Andrés empujó deliberadamente a María? Cada miembro de la familia comienza a tomar partido, y la fractura se profundiza.

Cristina e Irene: ¿Reencuentro o trampa?

En la perfumería, Irene intenta contener sus emociones. Se obsesiona con detalles: el tono de voz de Cristina, sus gestos, su mirada. Se aferra a la idea de que esa joven podría ser la hija que le arrebataron, pero teme ilusionarse. Por otro lado, Cristina, sin saber nada, comienza a ganarse el cariño de quienes la rodean. Todo gracias a Gabriel… el gran titiritero en la sombra.

Y es que Gabriel no solo ha tejido esta entrada de Cristina en la empresa, también ha manipulado a Damián para que la acoja como una promesa. Su estrategia es brillante: mientras todos miran a Andrés como el culpable de la tragedia, él se posiciona como el mediador perfecto, el hijo leal, el hermano sensato, el sobrino ejemplar. Pero detrás de esa máscara se esconde alguien con planes propios, alguien que no duda en usar el dolor ajeno para sus beneficios.

¿Quién es en realidad Gabriel? ¿El hijo modelo o el traidor más peligroso que los De la Reina han conocido jamás?

Lo cierto es que, mientras la familia se desmorona por la tragedia de María, y los secretos del pasado resurgen en los ojos de Cristina, Gabriel se mantiene firme en su papel… ocultando una verdad que, cuando salga a la luz, podría dinamitarlo todo.

La semana termina con una certeza: nada será igual. El juicio de Andrés, la identidad de Cristina, la sombra del pasado de Irene y el frío cálculo de Gabriel… todo apunta a una explosión inminente. Y esta vez, no habrá nadie inocente.