En La Promesa, donde todo parecía haberse calmado, una vuelta inesperada de Ángela cambia por completo el rumbo de los acontecimientos. Aunque se suponía que estaba en Suiza, ella regresa en secreto tras descubrir una red oculta de chantajes, secretos familiares que parecían enterrados y un intento de asesinato encubierto con una pulsera envenenada, un detalle tan inquietante como revelador.
Mientras tanto, Catalina y Adriano están lidiando con la peligrosa “generosidad” del duque Lisandro, quien les ofrece un título nobiliario, un gesto que a primera vista parece un regalo, pero que en realidad es un movimiento estratégico con intenciones ocultas. En otro rincón de la finca, Leocadia se siente cada vez más presionada por amenazas del pasado que vuelven para atormentarla, hasta que un regalo con un compartimento secreto desata una cadena de sucesos que ponen a Curro, Pía y Lope en la senda de una conspiración mortal.
Nadie está preparado para lo que está por venir: Jacobo, lleno de rencor, ha estado manipulando a todos desde las sombras, moviendo piezas en un tablero de engaños. Lo que parecía una simple cena de celebración se convierte en un juicio público, donde las máscaras caen, las verdades ocultas salen a la luz y la confesión más devastadora sacude los cimientos del palacio. En ese instante, cada personaje debe enfrentarse a sus propios demonios, y el destino de La Promesa cambia para siempre.
Parte I: La calma antes de la tormenta
El sol de la mañana iluminaba los campos dorados de La Promesa, pero esa belleza natural solo ocultaba las profundas grietas que amenazaban con romper la estabilidad de la finca y de la familia Luján. Dentro del palacio, el ambiente era tenso, cargado de secretos no dichos y planes que estaban a punto de estallar.
Leocadia, con la espalda rígida por la furia contenida, observaba desde la galería cómo Lisandro, el Duque de Carvajal y Cifuentes, paseaba con Adriano y Catalina por el jardín. Aunque Catalina intentaba sonreír, su risa parecía forzada. El regalo de Lisandro —el título nobiliario para la pareja— no era más que una jugada calculada para ejercer poder, y Leocadia sabía que en ese juego ella era solo un peón desechable.
El plan que Leocadia había tejido con tanto cuidado parecía tambalearse. La partida que había creído ganada con la partida de Ángela a Zúrich se estaba complicando, aunque ella intentaba convencerse de que su hija era solo una joven idealista, demasiado lejos para representar una amenaza real.
Mientras tanto, en el jardín, Catalina y Adriano debatían sobre el título, incapaces de aceptar completamente el regalo que parecía demasiado grande para ellos. La voz calculadora de Lisandro les recordaba que el título era mucho más que un simple adorno: era una llave para abrir puertas en Madrid, un escudo contra los enemigos y un símbolo de poder que el dinero no podía comprar.
La tensión crecía cuando Jacobo apareció, mostrando su resentimiento de manera evidente. Criticó abiertamente la idea de rechazar el título, reclamando un lugar en la familia y acusando a Adriano y Catalina de debilidades que ponían en riesgo a todos.
Lisandro observaba la escena con interés, consciente de que la discordia que sembraba era la mejor aliada para sus propios fines.
Secretos y alianzas en la sombra
En la zona del servicio, Manuel y Simona compartían una conversación cargada de emoción y resignación. Manuel, habiendo visitado el cementerio para hablar con el recuerdo de Jana, sentía un alivio agridulce mientras Simona le recordaba que el amor verdadero nunca muere, sino que se transforma.
A poca distancia, María Fernández seguía investigando incansablemente las cartas anónimas que implicaban al padre Samuel en un complot. Su determinación era una llama brillante que inspiraba temor y esperanza a partes iguales en quienes la rodeaban.
En un rincón apartado, Rómulo y Emilia sellaban un pacto de huida, decididos a dejar atrás la corrupción y las mentiras de La Promesa para empezar una vida juntos lejos de todo.
El descubrimiento de la pulsera envenenada
El verdadero epicentro del conflicto se encontraba en el despacho de los señores, donde Curro, Pía y Lope habían descubierto un estuche con un compartimento secreto que contenía cianuro, un veneno letal suficiente para acabar con una vida. Sabían que aquel regalo no era un simple obsequio, sino un intento de asesinato cuidadosamente planeado.
La investigación los llevó a planear una visita a la joyería Llop para obtener respuestas. Sabían que enfrentarían peligros, pero también que quedarse de brazos cruzados significaba resignarse a ser víctimas.
El viaje a la ciudad estuvo marcado por la tensión y la cautela. En la joyería, el encuentro con el nervioso señor Llop dejó claro que no todo lo que parecía transparente lo era. A pesar de sus intentos por ocultar la verdad, la presión de Curro, Pía y Lope terminó por revelar detalles inquietantes: la pulsera fue encargada bajo chantaje, a cambio de un objeto valioso robado hace años, un reloj de bolsillo de oro perteneciente a la familia del joyero.
La descripción del encargado del pedido coincidía con Leocadia: una mujer alta, de porte aristocrático y vestida de luto. Sin embargo, la situación parecía demasiado perfecta, como si alguien hubiera querido incriminarla deliberadamente.
Pía advirtió que estaban ante una trampa dentro de otra trampa, que la información que habían obtenido era un señuelo para distraerlos.
Una conspiración aún mayor
De regreso en La Promesa, mientras Leocadia trataba de mantener el control, Pía descubría una caja fuerte oculta en la antigua biblioteca, junto con cartas y un periódico viejo que podrían contener más pistas sobre la conspiración que acechaba en la finca.
El plan de Ángela y sus aliados estaba claro: desenmascarar a Jacobo, quien había manipulado a todos en las sombras, usando el resentimiento y la ambición para llevar a cabo un juego mortal que pondría en jaque a toda la familia.
La calma que había reinado hasta entonces se convertía en la antesala de una tormenta devastadora, donde la verdad no solo implicaría redención para algunos, sino destrucción para otros, y donde el precio de conocerla podría ser más alto de lo que nadie imaginaba.