En Sueños de Libertad, el capítulo 333 marca un punto de inflexión dramático en la historia de Andrés y María. Las emociones están a flor de piel, los conflictos familiares se agudizan y las decisiones que se tomen en este episodio podrían cambiar el curso de sus vidas para siempre.
La tensión arranca en la casa de los Reina. Andrés informa a Begoña que María finalmente ha bajado y ha pasado un rato en la piscina, pero la conversación da un giro brusco cuando Andrés revela que su padre ha hablado con María, provocándole una crisis nerviosa. El motivo: le ha sugerido internarse en un sanatorio durante los primeros meses para recibir atención especializada. Aunque Andrés se muestra claramente indignado por la propuesta, Begoña, con frialdad racional, le dice que está de acuerdo con la idea. Cree que es lo mejor para María y para todos.
Pero Andrés no cede. Está convencido de que internar a María sería traicionar lo que ella quiere, y él no está dispuesto a tomar decisiones en su contra. Begoña le acusa de actuar desde la culpa, de dejarse arrastrar por un remordimiento que lo destruirá junto a María. Andrés, herido, le reprocha su falta de compasión, pero Begoña se mantiene firme: ella siente compasión, sí, pero no dejará de ser razonable. Y antes de marcharse, le lanza un ultimátum emocional: “Actúa como creas conveniente, pero no cuentes conmigo para tu caída.”
Mientras tanto, en la fábrica, Gabriel aparece en el despacho de Damián con la excusa de que pasará la noche en Madrid para ayudar a un amigo con un contrato. Damián lo anima a disfrutar la ciudad y le dice que espera poder pasar más tiempo con él antes de que regrese a Canarias. Sin embargo, esta visita aparentemente inocente oculta algo más. Al salir del despacho, Gabriel se cruza con Irene y Tacio, quienes están organizando la logística de la fábrica. Gabriel observa con interés los documentos sobre las entregas del perfume de Cobiaga. Su mirada dice más que mil palabras: hay algo que planea en silencio.
De vuelta en la casa de los Reina, María aparece en la galería, aún débil pero combativa. Begoña intenta ser diplomática, pero María no está para cortesías. Le dice claramente que no bajó por voluntad propia y que esta casa es una cárcel. Declara que su única familia es Andrés y su hija. Begoña intenta hacerla entrar en razón, le dice que debería pensar también en el bienestar de Andrés, que no puede arrastrarlo a su abismo personal.
Pero María explota. Siente que todos están en su contra y acusa a Begoña de ser la responsable de su estado, de haberla arrinconado emocionalmente. Begoña no se deja vencer por la furia de María. Le recuerda con serenidad que ella tomó sus decisiones, incluso sabiendo que Andrés no la amaba como ella quería. María, fuera de sí, grita que eso no es cierto y que Andrés será su marido hasta la muerte. Begoña no se deja intimidar y le deja claro que no se siente culpable por no haber dejado que su relación con Andrés prosperara. “Andrés se quedó contigo por culpa, no por amor”, sentencia.
María, desesperada, comienza a gritar el nombre de Andrés, suplicando que la lleve a su habitación. Cuando él entra, se encuentra con una escena cargada de tensión: su esposa al borde del colapso emocional, su ex enfrentando la verdad con frialdad, y una decisión crucial flotando en el aire. ¿Seguirá protegiendo a María por lealtad, o escuchará las voces que le advierten que está sacrificando su vida por una causa perdida?
En paralelo, en la casa de los Merino, Gema está muy molesta con Luz por no haberla acompañado a una importante cita médica. Joaquín intenta consolarla y, en medio de la conversación, Gema revela que habló con Irene para confrontarla directamente sobre sus sospechas de que alguien haya manipulado la bebida de Joaquín. Aunque Irene se mostró a la defensiva, Gema cree que fue sincera y que no sabe nada. Joaquín, sin embargo, se mantiene cauteloso. No quiere que Gema se exponga, aunque valora su valentía. También confiesa que, a pesar de todo, confía en Andrés y que planea hablar con Luis para profundizar en el tema.
El episodio cierra con las emociones al límite. Andrés se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado, tiene a su padre y a Begoña, quienes creen que María necesita ayuda médica urgente. Por el otro, su amor y compromiso con María lo empujan a resistirse, a cuidar de ella él mismo, a quedarse a su lado aunque eso le destruya. María, por su parte, se aferra a él como única tabla de salvación, sin darse cuenta del daño que le causa su dependencia.
Y mientras la familia se desmorona en lo emocional, en la fábrica se mueven piezas en silencio. Gabriel observa, estudia, planea. ¿Qué oculta detrás de su falsa cordialidad? ¿Qué busca realmente? Las próximas horas serán clave.
En este capítulo 333 de Sueños de Libertad, el corazón de la trama late con fuerza, mezclando traición, amor incondicional, manipulación emocional y secretos que amenazan con estallar. ¿Podrá Andrés sostener el peso de todas estas decisiones? ¿O terminará cediendo a la presión y traicionando aquello que más desea proteger? La cuenta atrás ha comenzado.
