📺 Y en el próximo capítulo de La Promesa…

Mientras se ultiman los detalles para la gran fiesta en el palacio, Adriano no puede evitar sentirse inseguro. El evento ha sido organizado para celebrar su nuevo título nobiliario, pero él no está convencido de que merezca semejante honor. A solas con Catalina en la intimidad de su habitación, Adriano expresará sus dudas: siente que todo ocurre demasiado rápido, como si estuviera siendo arrastrado a un lugar que no le pertenece.

Catalina, con su habitual ternura y firmeza, le recordará que ha demostrado su valor incontables veces. Le dirá que nadie más que él merece ese título, y que si ha llegado tan lejos es por sus propios méritos. Le recordará aquel caótico bautizo de los gemelos, cuando Eugenia perdió el control y él fue el único que tuvo el coraje de actuar. Esas palabras calarán hondo en Adriano, aunque la sombra de la duda aún le ronde el corazón.

Al intentar recomponerse, Adriano se cruzará con una revelación inesperada. Caminando por los pasillos del palacio, se detendrá al escuchar una conversación entre Leocadia y Lisandro. Sin ser visto, oirá cómo ambos conspiran para hacerle quedar en ridículo durante la fiesta. El objetivo: destruir su imagen y, con ello, socavar la autoridad de Alonso. La burla pública será el golpe maestro para debilitar a los Luján.

Adriano quedará paralizado por el dolor de la traición. Se dará cuenta de que ha sido manipulado y utilizado como un peón en un juego de poder. Pero lejos de rendirse, esta vez algo cambiará en él. Tomará una decisión que marcará un antes y un después: enfrentará a sus enemigos en su propio terreno.

La noche llega y con ella, el gran evento. Las salas del palacio se llenan de invitados, música y murmullos. Adriano, visiblemente nervioso, se presenta como nuevo conde. A su lado, Alonso lo observa con una mezcla de orgullo y tensión. Adriano intenta dar su discurso, pero los nervios le juegan en contra: tartamudea, olvida palabras, y su postura insegura provoca miradas incómodas. Todo parece ir según el plan de Leocadia y Lisandro.

Pero justo cuando parece que todo se desmorona, Adriano da un paso al frente. Levanta la voz y pide la atención de todos los presentes. El silencio se apodera del salón.

“Antes de continuar con esta celebración,” dice con decisión, “hay algo que necesito decirles. Esto no será solo el discurso de un conde… Es una verdad que debe salir a la luz.”

Todas las miradas se clavan en él. Adriano, ya sin temblar, revela la conspiración de Leocadia y Lisandro. Los acusa abiertamente de manipulación y de haber planeado su humillación para dañar a Alonso. Pero lo más impactante llega cuando menciona a Hannah, la difunta esposa de Manuel, implicando que su muerte no fue tan inocente como parecía y que ambos villanos están relacionados con ese oscuro suceso.

El salón queda paralizado. Los murmullos crecen. Lisandro intenta interrumpir, pero Adriano lo detiene con firmeza. “No se trata solo de mí”, dirá, “se trata de toda esta familia y de la verdad que ustedes han intentado esconder por tanto tiempo.”

Catalina observa con los ojos llenos de orgullo. Alonso, por su parte, queda impactado. Su rostro refleja la mezcla de vergüenza, sorpresa y admiración ante la valentía de su yerno.

Lisandro y Leocadia intentan mantener la compostura, pero la tensión es evidente. Lo que debía ser una velada de celebración se convierte en un juicio público.

Mientras tanto, en una sala apartada del bullicio, Lorenzo y Leocadia habían discutido con anterioridad el éxito del plan que prepararon. Estaban convencidos de que Adriano se derrumbaría bajo la presión y que su ridículo sellaría la caída de Alonso. Incluso mencionan a Petra como una pieza clave de la estrategia, insinuando que su regreso al palacio significará la destrucción total de los Luján. Petra conoce todos sus secretos, y ellos planean usarla para atacar sus puntos más débiles.

Pero nada sale como esperaban.

Adriano, lejos de quebrarse, revela sus verdaderas fortalezas ante todos. No solo logra enfrentarlos públicamente, sino que también demuestra que ya no será manipulado. Ha dejado atrás sus inseguridades y, aunque sabe que su camino apenas comienza, ha dado el primer gran paso.

El capítulo termina con los rostros descompuestos de Lisandro y Leocadia, atrapados por sus propias palabras. Los invitados comienzan a mirarlos con recelo, y el ambiente se vuelve denso. El escándalo es inminente.

¿Podrá Adriano mantener su integridad ahora que se ha rebelado contra quienes manejaban los hilos? ¿Petra regresará realmente para sellar el destino de los Luján? ¿Y qué papel jugará Curro cuando descubra que su comida fue saboteada por Lisandro?

🔔 ¡No te pierdas el próximo episodio de La Promesa, donde la intriga y la venganza solo acaban de comenzar!