“¿Te atreves a decidir por mí como si yo fuera tu sombra?” — el grito de Martina resuena en las paredes centenarias del palacio de La Promesa. Es el sonido de una traición que ya no puede esconderse.
La jornada comienza con una tensión que crece desde el amanecer. Bajo un cielo que arde sobre Los Pedroches, la finca vive una tormenta mucho más íntima y peligrosa: el enfrentamiento entre Catalina y Martina. Lo que debería haber sido una decisión estratégica por el bien común se convierte en la chispa que enciende una guerra entre las Luján.
Catalina ha firmado un contrato importante sin consultar a Martina. Lo hizo con la convicción de actuar correctamente. Pero para su prima, no fue más que una traición. Se sintió excluida, anulada, desplazada. Y lo que nace de ese dolor es rabia. El orgullo herido de Martina busca justicia, pero también venganza. Y en una familia ya marcada por la pérdida y la incertidumbre, ese tipo de guerras no acaban sin heridos.
Pero mientras la finca se divide, en el hangar nace algo inesperado. Lejos de los conflictos familiares, Toño decide romper las cadenas de la obediencia. Desde que Enora llegó, algo en él cambió. No fue sólo admiración. Fue revelación. Enora no era una visita ilustre. Era una mente brillante encerrada detrás de protocolos y restricciones injustas.
Manuel, que ha visto también el talento de Enora, decide acapararlo. Le prohíbe a Toño involucrarla más de la cuenta. Lo hace con autoridad, sin dar explicaciones. Pero Toño no es ya el mismo chico obediente que entró al hangar años atrás. Ha crecido. Y lo que ve en Enora es demasiado valioso como para ignorarlo.
Con el corazón latiendo como un tambor de guerra, Toño cruza el hangar. Rompe el silencio con una declaración que lo cambia todo: “Quiero que seas mi socia. No mi ayudante. Mi igual.”
Y Enora, sorprendida, duda solo un segundo. Porque esa propuesta no es solo profesional. Es también una declaración de respeto, de confianza, de visión compartida.
Así nace una alianza secreta. Toño y Enora comienzan a trabajar codo a codo, compartiendo ideas, mejorando planos, soñando con un motor que no solo funcione, sino que sea una leyenda. Enora, que hasta entonces había sido observadora, toma las riendas con pasión. Rediseña partes del sistema de admisión. Calcula mejoras de potencia. Toño la mira con asombro, con respeto profundo.
Pero lo que ellos ven como un nuevo inicio, para Manuel será una traición.
En otro rincón del mundo de La Promesa, Lope camina sobre hielo fino. En la casa del duque de Carril, su doble juego lo tiene al borde del abismo. Federico, el hijo del duque, parece convencido de su fachada. Pero el duque, más experimentado, empieza a hacer preguntas incómodas. Cada frase es una trampa. Y Lope lo sabe. Está allí con un propósito: descubrir la verdad sobre Jacinto Iglesias. Pero una palabra en falso y su tapadera caerá como un castillo de naipes.
Mientras tanto, Ángela vive su propio infierno. Presionada por su madre Leocadia y por Lorenzo, se ve obligada a humillarse ante el marqués de Andújar. Todo por salvar un acuerdo económico. Lo que nadie parece valorar es el precio que eso le cuesta por dentro. Cada paso que da hacia esa disculpa forzada es una puñalada a su dignidad.
Y como si no bastara con las tormentas personales, llega la revelación que lo cambia todo.
Manuel le confiesa a Alonso que Leocadia ha tomado control de la mayoría de las acciones de su empresa. Nadie sabe cómo lo ha logrado. Pero el poder ya no está en manos de los Luján. La pregunta que flota en el aire como un presagio oscuro es: ¿qué quiere hacer Leocadia con ese control?
El capítulo 628 no es un episodio más. Es el momento en que las lealtades se fracturan. En que los silencios estallan. En que las decisiones se convierten en actos de guerra o de amor.
Una firma. Un pacto secreto. Un engaño. Un secreto empresarial. Todo en un solo día. Todo en La Promesa.
¿Quién saldrá fortalecido y quién caerá bajo el peso de sus propias decisiones?