En una conversación crucial, cargada de tensión, Damián y Gabriel abordan uno de los temas más oscuros y delicados hasta ahora: la posibilidad de inhabilitar legalmente a María. Lo que comienza como un diálogo aparentemente prudente, pronto se transforma en una confesión que deja a Gabriel entre atónito y preocupado, mientras Damián revela intenciones que cruzan límites éticos con tal de recuperar el control.

La escena arranca con Damián reconociendo que están atrapados en una situación complicada. Sin rodeos, confiesa que ha pensado en una posible solución: intentar declarar a María incapaz legalmente. Esta confesión sorprende profundamente a Gabriel, que no esperaba semejante paso. Pero Damián no solo confirma que la idea es real, sino que también revela que fue originalmente sugerida por su hija Marta, a quien en su momento no quiso escuchar. Ahora, al ver que sus intereses se ven amenazados, ha cambiado de parecer.

Gabriel, aunque desconcertado, mantiene la calma. Pregunta si existe alguna base legal para sostener tal acción. Damián responde que no es fácil, pero que se podría intentar si logran presentar pruebas convincentes de inestabilidad mental. Según él, esa fragilidad es evidente para cualquiera que pase apenas cinco minutos con María. Sin embargo, Gabriel no comparte esa opinión. Él reconoce que María puede tener limitaciones físicas, pero en cuanto a su estado mental, la encuentra lúcida y centrada.

Este desacuerdo lleva a Damián a profundizar en el pasado de María, revelando una serie de hechos alarmantes que han sido mantenidos en secreto. Entre ellos, menciona que en un momento de crisis, María intentó suicidarse. Gabriel queda impactado, pero lo que sigue es aún más perturbador.

Damián le cuenta que María se sometió a un aborto clandestino que casi le cuesta la vida. Fue un episodio cubierto con absoluto hermetismo, una herida emocional y física que dejó secuelas profundas. Pero la situación no terminó ahí. Afectada por la idea de que no podría tener hijos tras el aborto, María llegó al extremo de robar un bebé de la casa cuna. Este acto desesperado culminó con su internación en un centro de reposo, aunque, según Damián, los médicos de entonces no emitieron un diagnóstico de desequilibrio mental.

A pesar de esa valoración médica, Damián considera que la evolución emocional de María después de esos hechos, especialmente tras el intento de suicidio, puede justificar hoy una reevaluación. Él ve en su estado una oportunidad para reabrir el caso y argumentar que su condición actual la inhabilita para tomar decisiones empresariales o legales.

Gabriel, procesando la gravedad de todo lo que ha escuchado, comienza a ver la lógica estratégica detrás de la propuesta. Aunque no oculta su preocupación, admite que, si consiguen pruebas suficientes, tal vez los estatutos de la empresa permitan la inhabilitación. Se compromete a estudiar el tema a fondo, aunque advierte que tomará tiempo. Aun así, promete darle prioridad.

Para Damián, esta respuesta es como un bálsamo. Agradece profundamente la disposición de Gabriel a colaborar, sintiendo que se le abre una nueva puerta en una situación que parecía cerrada. Gabriel, firme y profesional, le asegura que está allí para ayudarlo, reafirmando así su papel de aliado en este movimiento legal que, aunque turbio, podría cambiar el rumbo de la historia empresarial y familiar.

Este intercambio deja al descubierto las tensiones internas que se viven en Sueños de Libertad. Lo que en la superficie parece una lucha empresarial, se revela como una batalla emocional marcada por heridas del pasado, traiciones familiares, y decisiones que rozan lo inmoral. María, que hasta ahora ha dado señales de fortaleza en medio de su fragilidad física, queda expuesta como el blanco de una ofensiva legal que busca reducir su influencia y, posiblemente, anularla por completo.

La conversación también ofrece un retrato más complejo de Damián, que está dispuesto a utilizar el pasado doloroso de su nuera como herramienta para retomar el control. Su estrategia, aunque cuidadosamente disfrazada de preocupación, en el fondo revela su desesperación por conservar su poder.

Por su parte, Gabriel se ve arrastrado a un dilema moral. Aunque parece dispuesto a colaborar, no deja de mostrar cierta inquietud. Su aceptación no es ciega, sino fruto de un razonamiento frío y calculado. Esto anticipa que el conflicto podría intensificarse más adelante, sobre todo si las lealtades se ponen a prueba.

En resumen, esta escena marca un punto de inflexión en Sueños de Libertad. La posibilidad de que María sea declarada incapaz no solo pone en juego su rol en la empresa, sino que amenaza con desmantelar las pocas certezas que quedan en su entorno. Entre la esperanza de Damián, la frialdad de Gabriel y el silencio de una María aún ajena a este plan, se teje una trama que promete consecuencias demoledoras.