El martes 15 de julio, La Promesa se convierte en el tablero de una guerra silenciosa. Manuel, agotado por la arrogancia de Leocadia, finalmente encuentra la fisura legal que podría derribar el imperio de poder que ella ha construido. Mientras la mujer presume de su condición de socia mayoritaria y dicta órdenes con aire despótico, ignora que el heredero ha estado esperando el momento perfecto para contraatacar. Y ese instante está cada vez más cerca.
En el taller, el enfrentamiento entre ambos se vuelve más áspero que nunca. Leocadia critica decisiones técnicas, rechaza contrataciones, y exige que incluso la compra de un simple tornillo pase por su escritorio. Manuel, humillado, contiene su rabia con dignidad. Pero no olvida. En un cajón, guarda el contrato que ambos firmaron cuando ella compró acciones del taller. Y en ese documento, oculto en la letra pequeña, existe una cláusula que podría anular todo el control que ella cree tener. Leocadia, al no leer con atención lo que firmaba, le entregó sin saberlo a Manuel la llave de su propia caída. El joven aún no la usa… pero el momento se acerca.
Mientras tanto, en las cocinas y pasillos de servicio, se respira ansiedad. Vera, cada vez más inquieta por la desaparición prolongada de Lope, intenta seguir con sus labores mientras mira con angustia por las ventanas, esperando verlo volver. Su preocupación es compartida por Pía, quien, aunque más serena, teme por el peligro que Lope enfrenta en la mansión de los Duques de Carril, donde investiga la posible implicación de la Duquesa en el secuestro de su hijo. Pía teme que el valor de Lope termine siendo su ruina. Curro intenta mantener la fe en su amigo, pero las palabras de la gobernanta son claras: en un nido de víboras como ese, nadie está seguro.
En paralelo, el conflicto aristocrático se intensifica. El Barón de Valladares regresa a La Promesa, esta vez no para intimidar a Catalina o presionar a Adriano, sino para enfrentarse directamente al Marqués Alonso. El Barón lanza una advertencia en nombre de la nobleza: si Catalina continúa fomentando una rebelión entre los trabajadores, habrá consecuencias. Pero Alonso ya ha tenido suficiente. Frente a la humillación de sus campesinos y la soberbia del Barón, decide plantarse. Lo confronta en su propio salón, no con gritos, sino con una autoridad helada y tajante. Le deja claro que mientras viva bajo su techo, las reglas las pone él. Y que su protección a los trabajadores está por encima de cualquier favor económico.
Este acto de firmeza del Marqués no pasa desapercibido para Catalina ni Martina. La primera ve en su padre una esperanza, alguien al que el Barón no podrá manipular. La segunda, agotada por el chantaje constante del noble, empieza a vislumbrar una posible resistencia. La unión entre ambas primas, no obstante, sigue siendo frágil, erosionada por celos, heridas pasadas y estrategias diferentes.
En las profundidades del palacio, el ambiente se torna más gélido. El nuevo mayordomo, Cristóbal Ballesteros, impone una disciplina tan rígida que hasta los más reservados comienzan a rebelarse. Pía, Ricardo y Petra forman un frente común —cada uno con su estilo— para frenar el autoritarismo. La gobernanta opta por la confrontación directa. Ricardo, degradado a ayuda de cámara, se suma con una resistencia pasiva, minando el sistema desde dentro con pequeñas demoras y errores “accidentales”. Y Petra, siempre en las sombras, elige el silencio estratégico: observará, memorizará, y esperará el momento perfecto para atacar. Por primera vez, el servicio se une bajo un enemigo común.
Pero mientras todos estos frentes hierven, una nueva amenaza se cierne sobre Leocadia. Lo que parecía un triunfo rotundo en el taller se ve eclipsado por una noticia llegada desde Madrid. Su hija Ángela ha protagonizado un escándalo durante una fiesta en casa del Duque de Carvajal. El rumor, vago pero demoledor, vincula a la joven con un incidente grave con el Marqués de Andújar. Aunque Ángela afirma que fue acosada y solo se defendió, para Leocadia lo único que importa es la mancha sobre su apellido. El escándalo amenaza con destruir su sueño más grande: obtener un título nobiliario.
Leocadia, enloquecida por la humillación, culpa a su hija por haber reaccionado, por no haber manejado la situación con la “discreción” que exige la aristocracia. En lugar de protegerla, la increpa con crueldad y la reduce a un obstáculo en su carrera social. La joven, rota por dentro, no encuentra consuelo. Su madre ya no la ve como una hija, sino como un riesgo que debe ser gestionado.
El dilema de Leocadia es terrible: ¿se atreverá a sacrificar a su hija para mantener viva su ambición? ¿Qué decisión tomará cuando su nombre y reputación estén en juego? ¿Y qué pasará cuando Manuel finalmente use el contrato para devolverle el golpe?
El capítulo promete ser uno de los más intensos de la temporada. Con contratos secretos, venganzas cocinándose en silencio, tensiones políticas, luchas de clases y dramas familiares que hierven bajo la superficie, La Promesa está a punto de entrar en una nueva fase. El equilibrio de poder pende de un hilo. Y en cada rincón del palacio, alguien está a punto de romperse.