La mañana había comenzado con mal pie para Carmen, quien, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, no paraba de mirar el reloj. Su paciencia se agotaba con cada segundo que pasaba. Finalmente, al ver a Tasio aparecer por la puerta, soltó un suspiro cargado de enfado.

—Hombre, Tasio, ya era hora —dijo con tono tajante—. ¿Te parece normal hacerme esperar tanto solo por un café? Yo también tengo cosas que hacer, ¿sabes?

Tasio, intentando quitarle hierro al asunto y visiblemente incómodo, respondió con un sarcasmo apenas disimulado:

—Pues hagamos como si ya nos hubiéramos tomado el café y vámonos al trabajo.

Pero Carmen no estaba dispuesta a dejarlo pasar tan fácilmente. Sus ojos se clavaron en él con una mezcla de reproche e insistencia. No se trataba solo del retraso. Había algo más que necesitaba saber.

—No, no. Antes me cuentas qué está pasando con lo del perfume —exigió—. Todo el mundo habla, pero nadie aclara nada. ¿Qué ocurre realmente?

Tasio bajó la voz y, encogiéndose de hombros, admitió la verdad sin rodeos:

—No hay mucho misterio. Las fórmulas estaban mal hechas. Le pusimos más lirio del que debía llevar. Tuvimos que empezar todo desde cero. La primera partida sale mañana.

La confesión dejó a Carmen aún más desconfiada. Lo miró de reojo, como si sospechara que había más de lo que decía.

—¿Y me llamaste solo para sonsacarme información?

—Para nada —se defendió Tasio—. Pero ya que estamos, ¿por qué llegaste tú tarde?

Y fue ahí donde la conversación dio un giro inesperado. Tasio dejó caer la verdadera razón de su molestia, casi como quien ya no puede callarse más:

—Mira, Carmen. Andrés y yo llevamos días rompiéndonos la cabeza buscando a alguien que se haga cargo de la ruta de larga distancia. Pero claro, tú le diste la razón a tu hermano, y así no hay manera…

Las palabras tocaron una fibra sensible. Carmen se puso seria de inmediato. Su mirada cambió, y la tensión en el ambiente subió como la espuma.

—Mira, no me empujes más por ahí —le advirtió—. Sabes perfectamente por qué lo hice. Me da miedo que a mi hermano le pase algo conduciendo tantas horas seguidas. No puedo evitar preocuparme.

Pero Tasio no se contuvo. Las palabras salieron como un disparo, crudas y sin filtro:

—Tu hermano es un aprovechado. Te está tomando el pelo y tú no lo quieres ver.

Carmen, con los ojos brillando de rabia, estuvo a punto de levantarse de la mesa.

—Como sigas así, me voy.

Y justo cuando el ambiente parecía estar a punto de explotar, la puerta se abrió de golpe. Entró Chema, con gesto firme y serio. Su presencia silenció la sala en un instante.

—Carmen, tu marido tiene razón —dijo, sin preámbulos.

Luego se volvió hacia Tasio, con un tono más formal, pero decidido.

—¿Sigues necesitando a alguien para la ruta de larga distancia?

Tasio, sorprendido pero evidentemente aliviado, soltó el aire que llevaba conteniendo.

—Más que al aire que respiro, Chema. ¿Por qué lo preguntas?

La respuesta de Chema cambió por completo el rumbo de la conversación:

—Pues si la oferta sigue en pie, cuenta conmigo.

Y con esa frase, todo se transformó. Lo que había comenzado como un enfrentamiento cargado de reproches, secretos y tensiones familiares, terminó en una inesperada solución para el gran problema del transporte. La propuesta de Chema puso orden en el caos, al menos por el momento.

Pero si bien el asunto laboral encontró una salida, las heridas personales y familiares seguían abiertas. El conflicto entre Carmen y Tasio no se resolvió del todo, ni tampoco la forma en que ella sigue defendiendo a su hermano por encima de todo. Queda claro que hay verdades difíciles de aceptar y decisiones que se toman con el corazón más que con la razón.

Carmen aún se debate entre su lealtad familiar y la necesidad de objetividad, mientras Tasio, con la verdad por delante, empieza a perder la paciencia con una situación que considera injusta. Y Chema, dando un paso adelante, tal vez busque redimirse o simplemente huir de sus propios fantasmas. Solo el tiempo revelará sus verdaderas motivaciones.

Lo que es seguro es que el perfume mal formulado no es el único problema en esta historia. Hay ingredientes mal medidos también en los afectos, las decisiones y las palabras no dichas.

👃💼 Perfume, orgullo y rutas largas: así comienza un nuevo capítulo en esta tensa red de relaciones.
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