¡Hola a todos! Les traemos un adelanto cargado de tensión y giros inesperados del próximo capítulo de Sueños de libertad. La alianza entre Gabriel y María empieza a consolidarse, aunque bajo la superficie se gesta una batalla de poder, estrategia y desconfianza mutua. Ambos buscan protegerse, pero también obtener ventaja. Esta historia está lejos de ser una colaboración sencilla.
La escena clave ocurre en la galería, ese rincón de la mansión que tantas verdades ha presenciado. Gabriel, con gesto tenso, realiza una llamada a la empresa Brozar, asegurando con firmeza que al día siguiente tendrán lo acordado. Pero al escuchar el sonido de las ruedas de la silla de María acercándose, cambia su actitud bruscamente. Sonríe, intenta parecer relajado. “Justo pensaba en ti, María”, dice forzando simpatía. Ella, siempre con su aguda ironía, le responde que solo venía a buscar un poco de paz para leer.
La conversación toma un giro brusco cuando Gabriel deja las formalidades y va directo al punto: quiere saber qué tipo de trato tiene María con don Pedro. Ella, sin perder la compostura, responde que compartirá esa información sólo cuando él sea honesto respecto a sus planes con Brozar. El juego de poder está servido. Gabriel se justifica diciendo que no ha contado todo para protegerla, pero María, con una mezcla de sarcasmo y firmeza, no cede.
“No necesito más novelas, ya tengo esta”, lanza mientras levanta el libro que llevaba en las manos. La tensión sube, y Gabriel intenta advertirle que cuanto menos sepa, mejor para ella. Pero María lo deja claro: si esto se complica, ambos estarán en la mira. Él intenta reafirmar su posición con arrogancia: “Confían en mí, no en ti.” Pero María le recuerda que, si su alianza pretende protegerlos a ambos, ella también tiene el derecho de reservar sus cartas.
Gabriel reflexiona por un momento y termina revelando una verdad impactante: el plan es que Brozar absorba Perfumerías de la Reina. María, sorprendida, le lanza la pregunta clave: “¿Estás trabajando para ellos?” Él admite que confían en él para facilitar el acceso al mercado español. El rostro de María refleja una mezcla de sorpresa y desagrado.
María, preocupada por los suyos, exige que Julia y Andrés queden al margen de ese plan destructivo. Gabriel propone proteger las acciones de Julia si María coopera. Pero ella eleva el tono y le exige lo mismo para Andrés. Su posición en la familia depende de ese vínculo. Gabriel, resignado, accede: “Puede mantenerse en la junta directiva. Lo presentaré como estrategia empresarial.”
Pero María no se deja llevar por promesas vacías. Exige garantías formales. “Lo quiero por escrito”, exige con frialdad. Gabriel, incómodo por la falta de confianza, pregunta qué espera exactamente. “Una declaración firmada por el máximo responsable de Brozar”, responde ella, decidida. Solo entonces revelará lo que sabe sobre Pedro.
Gabriel, intrigado, pregunta si ella obtiene algo a cambio de apoyar a Pedro. María se indigna ante la insinuación y deja claro que su voto en las reuniones no es por interés, sino por respeto a su capacidad de liderazgo. Luego, en un tono más sereno, revela un detalle clave: Pedro es quien ha mantenido su matrimonio con Andrés en pie, utilizando sus conexiones en la iglesia para detener el proceso de nulidad que había iniciado Andrés.
Gabriel sonríe con satisfacción, entendiendo que Pedro no solo es una pieza política, sino también una protección para María. Pero le lanza una advertencia: Pedro no puede enterarse de su alianza con ella, y a cambio, exige saber todo lo que Pedro le pida. María le responde con calma, reafirmando su prioridad: proteger su futuro, pero con garantías firmadas.
El ambiente se vuelve más denso. Gabriel, visiblemente molesto por la astucia de María, se levanta abruptamente del sillón y se aleja unos pasos, tratando de contener su frustración. Por primera vez, se da cuenta de que no podrá dominar esta alianza como había planeado. María no es una aliada sumisa, sino una estratega que juega con reglas propias.
Ambos son conscientes de que han entrado en un terreno peligroso, donde un movimiento en falso podría destruirlos. María lo ha dejado claro: no será una víctima más. Y Gabriel, aunque arrogante, sabe que necesita a María tanto como ella a él.
Este capítulo marca el inicio de una nueva fase en la guerra silenciosa por el control de la empresa y del poder familiar. ¿Podrá Gabriel mantener su plan a salvo sin que Pedro lo descubra? ¿Aceptará realmente formalizar el pacto por escrito? ¿María logrará proteger a Julia y Andrés sin traicionar a nadie? ¿Y qué consecuencias traerá su confesión sobre el rol de Pedro en su matrimonio?