En el capítulo 289 de Sueños de libertad, una conversación explosiva entre Begoña y María lo cambia todo. Lo que comienza como un intercambio tenso, pronto se transforma en una confrontación cargada de reproches, advertencias y verdades dolorosas. El corazón del conflicto: Julia, la niña que ambas aman, pero que se encuentra atrapada en medio de un duelo silencioso entre la madre biológica y la tutora legal.
Begoña, cansada de las actitudes manipuladoras de María, decide ponerle un alto. Le reprocha que haya alimentado las dudas de Julia insinuando que existe una relación amorosa entre ella y Andrés. María niega haber dicho algo así, pero Begoña no se deja engañar: sabe que el silencio cómplice también daña, y le deja claro que aunque no lo haya afirmado con palabras, tampoco lo desmintió. Para ella, eso equivale a mentir.
María, visiblemente molesta, intenta justificarse diciendo que cambió de tema porque no le pareció adecuado hablar de esas cosas con una niña de apenas once años. Pero Begoña no retrocede. Con firmeza, le lanza una advertencia directa: hay límites que no está dispuesta a permitir que María cruce, y el principal de ellos es lastimar emocionalmente a Julia.
La conversación sube de tono rápidamente. María, sintiéndose atacada, arremete con indignación. “¿Ahora también me vas a decir cómo criar a mi hija?”, le espeta, defendiendo su derecho como madre biológica. Asegura que no le importa que Begoña sea la tutora legal, porque ella sigue siendo la madre de Julia y no permitirá que nadie le imponga nada.
Pero Begoña, lejos de ceder, da el golpe más duro. Le recuerda que fue la esposa del padre de Julia, y que fue él quien la eligió como tutora legal no por confianza en María, sino porque quería proteger a su hija de ella. Insinúa sin rodeos que el propio padre creía que María no era apta para cuidar a la niña. Esa revelación deja a María sin palabras por un instante, visiblemente afectada.
El enfrentamiento termina con una declaración contundente de Begoña, que marca un antes y un después en su relación con María: “No voy a permitir que sigas haciendo sufrir a Julia. Aquí y ahora, pongo un límite. Uno que no pienso dejar que vuelvas a cruzar.”
Este capítulo marca un punto de inflexión en Sueños de libertad, donde los sentimientos más profundos salen a la superficie y los robles de madre, tutora y mujer se enfrentan en una batalla emocional sin precedentes. La pregunta que queda flotando en el aire: ¿Podrá Julia sobrevivir a esta guerra entre las dos figuras más importantes de su vida… sin salir rota?