En el episodio de este martes, las tensiones crecen en la familia De la Reina. Pedro, en un intento de aplacar los recelos de Joaquín tras su caída en desgracia, le propone asistir juntos a un evento empresarial. Pero Joaquín no se deja engañar fácilmente: cada gesto de Pedro le parece más una jugada estratégica que un intento genuino de reconciliación. El perfume que le regaló Irene, lejos de ser un gesto amable, le resulta una señal clara de que algo se esconde tras su destitución.
Irene, cada vez más inquieta por la actitud calculadora de Joaquín, enfrenta a Pedro, convencida de que su expareja está empezando a atar cabos. Pedro, que comienza a sentirse acorralado, urde un plan para recuperar la confianza de Joaquín, sin saber que cada intento suyo solo alimenta las sospechas.
Mientras tanto, en el corazón de la mansión De la Reina, Andrés lucha contra el peso de su culpa y la dependencia emocional de María. Aunque intenta recuperar su vida profesional tras la insistencia de su padre, Damián, se ve atrapado por las crisis emocionales de su esposa, quien le exige presencia constante y teme ser abandonada. Andrés finge que trabajará desde casa, reforzando la prisión invisible que ha construido alrededor de sí mismo.
Raúl, el chófer que había decidido marcharse tras el accidente con María, es convencido por Andrés para quedarse. Su relación con la familia está llena de heridas, pero su compromiso con la discreción y el deber lo mantienen en la casa, aunque bajo estrictas condiciones.
Por otro lado, la aparición de Gabriel, el misterioso sobrino de Damián, provoca un terremoto en la estructura familiar. Con una mezcla de encanto y cálculo, se gana rápidamente la simpatía de Julia y se instala en la mansión como parte de la familia. María, perceptiva y amarga, lo recibe con una advertencia sombría: “Esta casa devora a las personas”. Pero Gabriel, lejos de amedrentarse, parece decidido a infiltrarse aún más en el corazón del imperio familiar.
Chema, cuñado de Tasio, ve en la familia De la Reina una oportunidad de negocio, pero se topa con la negativa rotunda de Tasio, quien ha renunciado a su apellido y al legado familiar. A pesar del rechazo, Chema no se rinde y empieza a centrar su atención en Claudia, viéndola como una posible vía de acceso.
En la casa cuna, Claudia se encuentra desbordada por la carga de trabajo y acude a Fina, quien, a pesar de sus reticencias, termina ayudándola y sorprendiéndose a sí misma con su capacidad para calmar a los bebés.
Por último, Begoña, decidida a romper el lazo emocional que aún la une a Andrés, pone un punto final a su relación secreta. Su decisión firme y dolorosa deja a Andrés completamente desolado, enfrentando la realidad de que su sacrificio por María le ha costado más de lo que imaginaba: su amor, su libertad y su identidad.
El capítulo se cierra con una sensación de inestabilidad latente: los secretos familiares emergen, las alianzas se redefinen y las tensiones aumentan. Joaquín, más lúcido que nunca, no piensa dejar que Pedro escape sin consecuencias. La pregunta no es si habrá un enfrentamiento, sino cuándo y con qué consecuencias.