Mientras todos corrían de un lado a otro organizando la boda, Ifakat vio a Suna con la mirada perdida y supo que era el momento de hablarle claro.

Consciente del torbellino de emociones que estaba viviendo, le dijo que no escuchara a nadie, que ese día no era solo una boda, sino el comienzo de algo nuevo: su renacimiento.

Le recordó que la gente empezaría a mirarla de otra manera. Que debía mostrarse segura, porque así es como se gana el respeto. “Si quieres tener poder, primero debes demostrar que ya lo tienes”, le dijo, como una lección para la vida.

En ese momento, Ifakat no hablaba como una más en la mansión, sino como alguien que había entendido el valor de luchar por su sitio, dándole a Suna el lugar que tantos le habían negado.

Por primera vez, alguien en esa casa la miró con respeto. Ifakat tiene puestas todas sus esperanzas en Suna y no va a parar hasta que sea la señora de la mansión Korhan cueste lo que cueste. ¿Cuál será su próxima jugada ahora que la boda se ha suspendido?