En el capítulo 627 de La Promesa, mientras la resaca de la fiesta en honor a Adriano aún reverbera en cada rincón del palacio, se desatan múltiples tensiones entre los personajes. Lope, embarcado en una misión arriesgada para infiltrarse en la mansión de los duques de Carril, descubre que don Gonzalo, pieza clave para su plan, ha desaparecido misteriosamente. A pesar del revés, logra colarse en la casa bajo una falsa excusa, sabiendo que cualquier error podría costarle caro.
Mientras tanto, en La Promesa, la hostilidad de Leocadia hacia su yerno Adriano alcanza nuevas cotas. Durante el desayuno, lo humilla públicamente, dejando en evidencia su desprecio y sembrando dudas sobre su capacidad para asumir el título de barón. Catalina intenta defenderlo, pero Leocadia no cede. La tensión familiar va en aumento.
En el servicio, Ángela vive una pesadilla. Tras abofetear al marqués de Andújar por un ataque de acoso, Lorenzo la obliga a pedirle perdón, pero el marqués aparece antes de tiempo, exigiendo no solo una disculpa, sino una “compensación útil”, dejando claro que su intención es ejercer una venganza personal. Ángela se ve atrapada entre dos verdugos, sin escapatoria.
Por otro lado, Petra prohíbe al servicio asistir a la boda de María y Salvador, alegando que hay demasiado trabajo tras la fiesta. Pero Rómulo y Emilia se rebelan con ingenio: si no pueden ir a la boda, la boda irá a ellos. Deciden organizar la ceremonia en el mismo palacio, en un acto de solidaridad y desafío silencioso que contagia entusiasmo entre los criados.
Mientras Alonso delega el futuro de La Promesa en sus hijos, confiando a Catalina el control total de las finanzas y a Manuel la supervisión de las infraestructuras, Samuel continúa su peligrosa investigación sobre Petra. Sospecha que su fanatismo esconde un trauma profundo. A la vez, su relación secreta con María Fernández se fortalece, aunque ambos temen ser descubiertos.
Finalmente, Petra, acosada por la culpa y por las indagaciones de Samuel, confiesa su gran secreto al padre Guillermo: amó a un hombre llamado Feliciano, quedó embarazada fuera del matrimonio y perdió tanto al amor de su vida como a su hijo. Su dureza y religiosidad extremas son el reflejo de un dolor enterrado durante décadas.
El capítulo cierra con Lope dentro de la casa de los Carril, un hombre común enfrentando una misión extraordinaria. La tensión crece, y el destino de muchos personajes parece pender de un hilo.