Sí, sí… ya empiezo a entender con qué clase de persona estamos tratando. Con esta frase, se inicia una conversación tensa que marca un punto de inflexión en los conflictos legales de Perfumerías La Reina. La escena gira en torno al caso de un accidente reciente que ha puesto a la empresa en una situación comprometida. Uno de los personajes, determinado a resolver el asunto, cuelga el teléfono tras una llamada importante y se dispone a informar de los avances conseguidos.

Lo primero que ha hecho es contactar con la aseguradora. Según el informe, aunque se reconoce que hubo cierta imprudencia por parte del conductor en un paso de peatones, la aseguradora se niega a desembolsar una cantidad superior a la estipulada en el contrato. Sin embargo, aquí no termina el problema. Hay una dimensión humana y estratégica que no puede ignorarse.

El interlocutor plantea un punto crucial: un peatón también puede actuar con negligencia. Puede cruzar el paso de cebra de manera irresponsable, correr sin mirar o incluso generar el accidente de forma deliberada. Ante esta posibilidad, el equipo legal no ha perdido el tiempo. Un bufete en Canarias ya está recabando información detallada sobre la víctima: el señor Salcedo.

¿Y quién es este hombre? No es precisamente un estafador oportunista. Es funcionario, no está casado, y su único familiar directo es un hermano que vive lejos. Tiene un salario estable, no acumula deudas, y en apariencia, no parece tener motivaciones económicas ocultas. Su perfil no encaja con el de alguien que provoque un accidente para obtener una compensación millonaria. Y sin embargo, está exigiendo una indemnización considerable.

La conclusión es inquietante. Lo que Salcedo busca no es enriquecerse, sino desquitarse. Está enfadado, profundamente afectado por el accidente, y quiere hacer pagar a la empresa, no por ambición, sino por resentimiento. Su reclamo, aunque costoso, parte del dolor y no del fraude.

Uno de los interlocutores, con experiencia tratando casos similares, propone una táctica diferente. Sugiere hablar con Salcedo directamente, sin intermediarios ni abogados que puedan agravar la situación. Una conversación informal, cara a cara, que permita explicar por qué un acuerdo razonable es la mejor opción para ambas partes.

La propuesta es arriesgada. Lo lógico sería que uno de los abogados de la empresa gestionara las negociaciones, pero eso podría generar rechazo en Salcedo, hacerle sentir que está siendo presionado o manipulado legalmente. En cambio, una charla directa, con tono humano, podría abrir una puerta al entendimiento.

Además, aunque Salcedo ha mostrado disposición a llegar a un acuerdo, su exigencia es desorbitada. El interlocutor cree que puede hacerle ver que un juicio sería largo, costoso y emocionalmente desgastante. “No le va a salir a cuenta”, sentencia. En el peor de los casos, si las cosas no salen como esperan, pagarán lo que él pida. Pero intentarlo no tiene ningún riesgo.

Detrás de esta trama legal se esconde algo más profundo: el manejo del poder, el control de los daños, y el valor de la negociación emocional por encima de la confrontación jurídica. En esta serie, cada conflicto revela matices que trascienden lo aparente. No se trata solo de cifras, sino de heridas personales, rencores y, en muchos casos, del orgullo herido.

La manera en que la empresa elige lidiar con Salcedo puede sentar un precedente peligroso. Si se le paga sin cuestionar, otros podrían verse tentados a hacer lo mismo. Pero si se actúa con firmeza y humanidad, puede cerrarse el caso sin escalarlo a instancias judiciales ni generar una crisis mediática.

Este adelanto de Sueños de Libertad nos sumerge en una nueva arista del drama: los conflictos legales y las decisiones estratégicas que se toman en las sombras para proteger una imagen corporativa. Pero también nos recuerda que detrás de cada expediente hay una persona herida, alguien con una historia, con razones que pueden ir más allá del dinero.

Nos deja preguntándonos: ¿será Salcedo receptivo a la conversación informal? ¿Aceptará una compensación razonable? ¿O su necesidad de justicia —o venganza— será más fuerte que cualquier oferta?

En el corazón de todo esto, como siempre en esta serie, se halla una lucha más grande: la de la dignidad frente a la estrategia, la verdad frente a la conveniencia, y la justicia frente al pragmatismo empresarial.

Déjanos en los comentarios: ¿crees que deberían negociar con Salcedo directamente? ¿O sería mejor dejar el caso en manos de los abogados? Nos encantará leer tu opinión. Y no olvides suscribirte para más avances y spoilers de Sueños de Libertad.