La tensión explota en una de las escenas más intensas de la serie hasta ahora. En el capítulo 322 de Sueños de Libertad, María, Begoña y Andrés se enfrentan en una conversación brutal, cargada de amenazas, recriminaciones y verdades que duelen más que los golpes.
Todo comienza cuando Begoña, cansada y resignada, lanza la primera piedra: María sigue casada con Andrés y aún controla las acciones de Julia, lo que le da un poder que nadie quiere que conserve. Andrés, decidido a cerrar ese capítulo de su vida, insiste en que la van a echar de la casa, aunque reconoce que la situación legal aún la favorece.
Begoña, realista, advierte que María no cederá fácilmente, que buscará cualquier oportunidad para complicar las cosas. Andrés sabe que, cuanto más acorralada esté, más peligrosa será, pero está convencido de que esta vez no podrá escapar de las consecuencias.
María, firme y desafiante, no se queda callada. Amenaza con ir directamente al sargento Pontón para contar lo que sabe sobre la muerte de Víctor Fárate. Afirma que no lo ha hecho aún porque quiso proteger a alguien… ¿Andrés? ¿Begoña? La insinuación queda flotando en el aire como una bomba a punto de estallar.
Begoña, al límite, confiesa estar harta de vivir con miedo. De temerle a cada palabra, cada paso, cada mirada. María, implacable, responde que cada uno debe asumir sus actos. Y que si la quieren fuera, tendrán que enfrentarse a lo que eso implica. Recuerda que tiene las acciones de Julia, y si intentan sacarla por la fuerza, no dudará en denunciarlos.
Andrés la reta: “No tienes pruebas”. Pero María se muestra segura de sí misma, incluso confiada en que el padre de Andrés la respalda. Begoña, por su parte, ya no se esconde. Le dice con desprecio que al menos ahora no tendrán que fingir aprecio hacia ella. Podrán hablar libremente sin temor a que los espíe para usarlo en su contra.
María no se detiene. Acusa a ambos de tratar de desviar la atención de su situación legal culpándola de todo, pero afirma que fue Begoña quien mintió ante la justicia. Andrés, en un gesto desesperado, defiende a su esposa: insiste en que Begoña no mató a Jesús. Pero María, incrédula, le dice que se ha dejado engañar o, peor, la está protegiendo conscientemente.
Y es entonces cuando Begoña suelta el golpe más inesperado y demoledor:
“Aquí la única persona a la que hemos encubierto por un crimen eres tú, María. Tú y Jesús fueron los culpables reales.”
Le advierte que si no se va al día siguiente, Andrés estará dispuesto a denunciarla. No habrá marcha atrás. Su destino será la cárcel.
María, por primera vez con una sombra de vulnerabilidad en el rostro, lanza una pregunta cargada de rabia y dolor:
“¿Eso es lo que quieres? ¿Que acabe en la cárcel?”
💥 Una guerra sin tregua:
Este capítulo marca el clímax de un enfrentamiento familiar donde ya no hay lugar para la reconciliación. Las máscaras han caído, las amenazas son reales y las consecuencias, inminentes.
María ya no tiene aliados.
Begoña ha cruzado el umbral del miedo.
Andrés se debate entre el amor, la lealtad y la necesidad de poner fin al caos.