El capítulo 575 de La Promesa marca un antes y un después: la vida de Catalina y la de sus recién nacidos se tambalea al borde del abismo. Tras un parto lleno de complicaciones, el estado de la joven madre empeora de forma alarmante. La fiebre no cede, la debilidad la consume y, ante los ojos aterrados de los presentes, Catalina se desploma, inconsciente.
El palacio entra en estado de pánico. La partera lanza la alerta: “¡Si no actuamos ya, la perderemos!” Curro, conmocionado, corre a su lado, mientras Ángela, con uno de los mellizos en brazos, huye por los pasillos pidiendo ayuda. Leocadia, al ver la urgencia, ordena buscar al doctor Ferrer sin perder un segundo. La familia y los sirvientes se movilizan frenéticamente: calientan agua, preparan la mejor habitación, intentan lo imposible para sostener la esperanza.
Martina, al enterarse, deja de lado sus conflictos personales y corre a buscar a Adriano. A pesar de las heridas del pasado, sabe que él puede marcar la diferencia. Su llamado no es en vano: Adriano deja todo y acude a salvar a Catalina, su amor imposible. Junto a Curro, la trasladan con sumo cuidado en un camastro improvisado, mientras el palacio entero se transforma en un torbellino de miedo, angustia y un hilo de fe.
La llegada del doctor Ferrer no trae alivio. El pronóstico es demoledor: uno de los bebés no sobrevivió. Catalina sufre una infección grave y su estado es crítico. “Su vida pende de un hilo”, sentencia el médico. Alonso, el padre, se desmorona ante la posibilidad de perder a su hija y su nieto. Martina y Curro no pueden contener el llanto; Adriano, roto por dentro, apenas logra mantenerse en pie.
Mientras tanto, las tensiones entre Martina y Jacobo se recrudecen. Él intenta reavivar el amor con un gesto romántico, pero ella no puede corresponderle. El dolor de su prima ocupa todo su pensamiento. Jacobo, frustrado, se marcha sintiéndose ignorado.
En otro rincón, Ángela se derrumba. El dolor la consume: uno de los bebés ha muerto, Catalina podría seguirle. Busca consuelo en Curro, quien, a pesar de su propio sufrimiento, la abraza con ternura. En ese abrazo nace un momento de complicidad inesperado, una chispa de esperanza en medio del dolor.
Y mientras la vida de Catalina pende de un hilo, Manuel no olvida a Antoñito, desaparecido desde hace días. Junto a Simona, su madre, decide pedir ayuda al sargento Burdina. Porque en La Promesa, la lucha por la vida no se detiene, y el amor —ya sea fraternal, materno o romántico— es lo único capaz de sostener a todos en pie.
Este episodio será uno de los más devastadores y emotivos de la temporada. ¿Sobrevivirá Catalina? ¿Podrá la familia superar tantas pérdidas? El destino de La Promesa nunca fue tan frágil… y tan humano.