Una vez más, Catalina de Luján desciende las escaleras del palacio con la elegancia de una reina, pero esta vez su semblante es de hielo y guerra. Ante Simona y Candela lanza una advertencia cargada de doble filo: si cocinan tan bien que nadie nota la ausencia de Lope, podrían quedar fuera del juego. Sin embargo, lo que parecía una estrategia para sabotear la cocina se convierte en una jugada que nadie esperaba. Las dos cocineras, decididas a desafiar la amenaza, sabotean sus propios platos, pero el resultado les estalla en las manos. Lejos de fallar, provocan una reacción en cadena que desencadena una nueva batalla.
Catalina, que pensaba controlar la situación, se ve atrapada en un vendaval que ella misma provocó. Lo que era un simple juego de poder se transforma en una guerra dentro de la cocina, con bandos, traiciones y consecuencias que podrían marcar un antes y un después en la finca.
El foco se mueve luego a Martina, quien atraviesa un momento de gran agitación. Su nerviosismo es evidente y sus emociones amenazan con desestabilizar el ya frágil ambiente. La tensión entre ella y su prima Simona aumenta peligrosamente. La joven teme que un enfrentamiento sea inevitable, sobre todo ahora que Catalina ya sabe de su relación con Luján y le informa que él está dispuesto a pedir perdón.
Pero el esperado reencuentro entre Martina y Luján se ve postergado por un fuerte enfrentamiento entre Catalina y Adriano. Discuten sobre el futuro de la familia, el rumbo que han tomado los niños y las heridas que el pasado sigue dejando abiertas. Las palabras se convierten en armas en un comedor que, más que reunir, separa. La tormenta emocional se expande por cada rincón del palacio. La pregunta que sobrevuela el aire es: ¿será capaz Catalina de encontrar una salida o se ahogará en el propio conflicto que ha ayudado a crear?
En paralelo, el hangar vuelve a cobrar protagonismo. Toño, completamente obsesionado con los motores, vive incluso en sueños su pasión mecánica. Le cuenta a Manuel que su picnic con Enora fue un desastre; ella solo quería hablar de aviones. Para él, este interés técnico por parte de Enora lo hace dudar sobre la autenticidad de su vínculo. ¿Está enamorado de ella o simplemente fascinado por una ilusión?
Manuel, pensativo, observa cómo Toño se enfrenta a una verdad incómoda: quizá Enora nunca lo amó, y lo suyo fue siempre una historia de una sola dirección. ¿Surgirá una verdadera colaboración en el hangar o descubrirá Toño que ha estado persiguiendo una fantasía sin futuro?
En el centro emocional de esta entrega se encuentran nuevamente Martina y Curro. En una conversación intensa, ella le pregunta si todavía siente algo por Ángela. Curro confiesa sentirse desconectado de todo, incluso de San Jacobo. En medio de este torbellino aparece Flora, la misteriosa gata que simboliza el caos emocional de Martina. Ver a Curro feliz con otra despierta en ella impulsos contradictorios: ¿será celos, desesperación o una última chispa de amor herido?
Mientras tanto, la trama toma otro giro inesperado: López, el chef prometedor, es humillado públicamente. El nuevo mayordomo, Cristóbal Ballesteros, reúne al personal y anuncia con frialdad que Lope ha sido degradado sin derecho a réplica. La noticia golpea como un mazazo al joven, que se refugia en Vera y le confiesa estar destrozado emocionalmente.
Vera, impulsada por el amor, propone una locura romántica: huir juntos del palacio, abandonar todo para empezar una nueva vida, lejos de las jerarquías opresivas. Él duda, pero en sus ojos se asoma un brillo de esperanza. Es un sueño que flota entre ellos como un suspiro, tan frágil como necesario.
La tensión se traslada entonces a Ricardo Santos, quien enfrenta una de las conversaciones más duras de su vida con su hijo Pío. Tras discutir con la señora Adarre, Ricardo revela que renunció a su puesto de mayordomo para darle a su hijo una nueva oportunidad. Solo le pide una cosa: que respete a Adarre. Pero Pío, orgulloso e implacable, rechaza el gesto sin mostrar gratitud alguna.
El golpe para Ricardo es brutal. La distancia entre padre e hijo parece irreconciliable. Ricardo representa la tradición, el sacrificio y el deber. Pío quiere romper con todo, ser libre. En medio de ese dolor generacional, Vera y Adarre se erigen como columnas silenciosas que sostienen la estructura emocional de quienes se desmoronan.
Ricardo, acorralado, lanza un ultimátum: si Pío no cambia su actitud hacia Pía, habrá consecuencias. La paciencia ha llegado a su fin. Pero Pío no es de los que se amedrentan. El conflicto familiar ha alcanzado un punto de quiebre.
Y cuando parece que nada más puede empeorar, emerge una amenaza aún mayor: Lorenzo, el capitán Tic, revela su verdadero rostro. En una conversación con Curro, lo amenaza directamente. Si no obedece, las consecuencias irán más allá de un simple despido. Curro, aterrorizado, se da cuenta de que la amenaza es real.
Angela y Curro, investigando los negocios oscuros de Lorenzo, encuentran pruebas de que está involucrado en tráfico de armas. Ella quiere denunciarlo, pero él, dominado por el miedo, retrocede. Entonces Angela decide actuar sola y desaparece.
Su paradero es desconocido. Curro, desesperado, la busca. Ella ha subido a un coche rumbo a denunciar al capitán, pero no sabemos si llegará a su destino o si será detenida a último momento. Un giro impredecible puede estallar en cualquier momento.
En las sombras del servicio, también se juegan cartas peligrosas. Petra, intrigante como siempre, lanza insinuaciones venenosas ante Cristóbal y Leocadia, asegurando que todo el personal está aliado con los Ballesteros. Leocadia, impasible, le lanza una advertencia: que siga obedeciendo sin hacer preguntas.
Pero ya nada es seguro en La Promesa. Las fisuras son profundas, los secretos han dejado de ser enterrados y las decisiones parecen marcar puntos de no retorno. Angela está en peligro, Curro al borde de perder todo, Lope y Vera podrían marcharse, y Pío aún no ha comprendido qué es lo que realmente importa.
El próximo episodio se anticipa explosivo. El orden establecido tiembla, y en La Promesa, cada nuevo día puede ser el inicio de una revolución. Nada volverá a ser com