El capítulo 610 de La Promesa marca no solo el adiós a Eugenia Izquierdo, sino el cierre simbólico de toda una era y de una familia que alguna vez aspiró al poder y al linaje. Eugenia, interpretada con enorme sensibilidad por Alicia Moruno, ha sido una de las figuras más trágicas y conmovedoras de la serie. A lo largo de sus apariciones, la vimos luchar contra la enfermedad mental, la opresión del pasado, y un entorno familiar que, aunque noble, estaba lleno de sombras.

Su final llega en una escena devastadora, cuando se precipita desde el torreón del palacio, un acto que simboliza el colapso emocional y vital de un personaje atrapado entre el dolor, el silencio y los traumas que arrastraba desde niña. Este desenlace no solo marca su muerte, sino la desaparición definitiva del linaje Izquierdo, cuya historia ha estado marcada por secretos, crímenes, maternidades arrebatadas y fantasmas literales y metafóricos.

Las palabras de Eugenia en sus últimos momentos —monólogos poéticos y desgarradores— nos muestran a una mujer consumida por la melancolía, que desde la infancia había sentido el peso de la pérdida y del desarraigo. Su conexión con su hermana Cruz, con quien compartía noches de lecturas de Bécquer, añade una capa aún más trágica al relato, pues ambas anhelaban una vida más romántica, pero acabaron presas de sus propios destinos.

La historia de Eugenia es también una alegoría sobre la fragilidad de la vida, el papel de las mujeres en una sociedad que les negó libertad, y la imposición de decisiones por parte de una figura patriarcal como fue el varón. El colapso final de esta familia —con Cruz en prisión, Eugenia muerta y el título familiar perdido— es el eco de una promesa rota, la misma promesa que da nombre a la serie.

Eugenia se va, pero deja una huella imborrable: ha sido la llave de muchos misterios del palacio y la encarnación del espíritu romántico y oscuro que define a La Promesa. Y aunque su final ha sido el más trágico, también ha sido uno de los más poderosos. Como dice el narrador, Eugenia será siempre “la promesa de La Promesa”.