La tensión vuelve a apoderarse de Sueños de Libertad cuando el capítulo 289 nos lleva al corazón de una tormenta que amenaza con dividir para siempre a la familia protagonista. En una reunión cargada de reproches y desconfianza, Marta, Tasio y Andrés enfrentan la dura realidad del futuro de la empresa familiar, cuya estabilidad pende de un hilo. El foco del conflicto: el poder creciente de Don Pedro y la incertidumbre sobre sus verdaderas intenciones.
Tasio, firme defensor de Don Pedro, acusa a Marta de obstaculizar una decisión crucial para el futuro de la fábrica. Para él, seguir las directrices del nuevo líder es una oportunidad de oro, especialmente tras la desastrosa gestión de Joaquín. “Puede que el resultado no sea inmediato, pero Pedro ha demostrado más visión y eficiencia que cualquiera antes”, afirma Tasio, sin dudar.
Marta, por su parte, no puede ignorar su intuición. Aunque reconoce los errores del pasado, le cuesta confiar plenamente en Don Pedro. “¿No recuerdas que Joaquín fue quien te colocó donde estás hoy?”, espeta con ironía, recalcando su miedo a que el nuevo líder no sea tan transparente como parece. Pero entonces, Tasio lanza una bomba emocional: “Pedro me trata mejor que nuestro propio padre”.
La frase deja helados a los presentes. Andrés, atrapado entre la razón y el deber, decide intervenir. Aconseja a su hermana que no actúe impulsivamente. “No te dejes llevar por promesas vacías. Piénsalo bien, Marta. Este juego no es tan claro como parece”, le advierte, mientras lanza una mirada significativa a Tasio.
Presionada, Marta pregunta directamente qué ha prometido Don Pedro a Tasio. La respuesta no se hace esperar: más dinero y un ascenso. Para Andrés, esta revelación confirma sus sospechas: Don Pedro juega una partida peligrosa donde la ambición se disfraza de buena voluntad. “Nos ha puesto a todos en contra. Incluso tú, Marta, estás atrapada en una red que no tejiste”, le dice con voz amarga.
La conversación se torna aún más amarga cuando Andrés admite que su abstención en la votación solo ha empeorado las cosas. A pesar de todo, insiste en que aún están a tiempo de hacer lo correcto. Marta, sin embargo, teme que las intenciones de Pedro, aunque quizás bienintencionadas, se estén volviendo demasiado agresivas. “Está actuando como si ya fuese dueño de todo. No mide consecuencias”, concluye.
El capítulo culmina con una advertencia inquietante: si Don Pedro consolida su poder, la familia quedará relegada a un papel decorativo en la empresa que su padre construyó con tanto esfuerzo. “Nos volveremos irrelevantes”, sentencia Andrés, mientras el ambiente queda cargado de un silencio premonitorio.
La guerra por el poder apenas ha comenzado… y nadie saldrá ileso. ¿Será Marta capaz de frenar el avance de Don Pedro? ¿O el legado familiar está condenado a desaparecer?