En uno de los momentos más críticos para Perfumerías de la Reina, Gabriel se convierte en el protagonista de una traición cuidadosamente orquestada. Mientras los preparativos para el aniversario de la fábrica están en pleno auge, con todo el personal volcado en garantizar el éxito del evento y el lanzamiento de una nueva fragancia conmemorativa, Gabriel urde un plan silencioso que amenaza con destruirlo todo desde dentro.

Durante semanas, se ha mantenido en segundo plano, estudiando cada paso del desarrollo de la fórmula, ganándose la confianza del equipo técnico y observando los procedimientos al detalle. Nadie sospecha que sus intenciones no son las de un simple colaborador. Al contrario, Gabriel tiene motivos ocultos para actuar: rencores personales, heridas del pasado y una ambición desmedida que no conoce límites.

El perfume que se prepara no es cualquier fragancia. Se trata de una creación emblemática que marcará el legado de la empresa y homenajeará a generaciones de perfumistas que han trabajado allí. Es un símbolo de tradición, innovación y familia. Pero, lejos de respetar ese valor simbólico, Gabriel decide atacar justo donde más duele: en la esencia misma del perfume.

Sin levantar sospechas, Gabriel introduce alteraciones mínimas pero letales en la fórmula original. Cambia proporciones, sustituye ingredientes clave por otros de menor calidad y hasta modifica el orden del proceso de maceración. Todo esto sin que nadie lo detecte, aprovechando momentos de distracción o de ausencia de los verdaderos responsables del laboratorio. Su objetivo es que el resultado final tenga un aroma desequilibrado, desagradable y que provoque una reacción negativa inmediata tanto en los trabajadores como en los posibles inversores que acudirán al evento.

Los primeros indicios de que algo no está bien llegan días antes del aniversario. Algunos empleados detectan un leve cambio en el aroma, una nota olfativa fuera de lugar. Sin embargo, debido a la presión por cumplir plazos, muchos lo atribuyen al estrés o a una diferencia menor que se corregirá en el embotellado final. La producción sigue adelante.

Mientras tanto, Gabriel observa desde la sombra. Sabe que su venganza está a punto de cumplirse y se prepara para ver cómo se desploma el prestigio de la empresa. Pero lo que no esperaba es que una antigua compañera de laboratorio, con un olfato extremadamente fino, empiece a unir las piezas.

Durante una prueba final de calidad, esta técnica veterana, que ha trabajado con la empresa desde sus inicios, identifica una anomalía grave en el fondo del perfume. Alarmada, decide comparar la fórmula utilizada con el registro original guardado bajo llave. El hallazgo es devastador: alguien ha modificado la receta.

En ese momento comienza una carrera contrarreloj. Con el evento ya montado, las botellas etiquetadas y los invitados en camino, deben decidir si cancelan el lanzamiento o si intentan revertir el sabotaje. La dirección de la fábrica entra en crisis. Las miradas comienzan a dirigirse hacia Gabriel, especialmente cuando se descubre que fue el último en tener acceso al cuaderno maestro de fórmulas.

Confrontado, Gabriel primero niega los hechos, luego culpa a otros, pero finalmente, acorralado por las pruebas, termina confesando. Su discurso está cargado de resentimiento: acusa a la empresa de haberlo dejado siempre al margen, de no haberle reconocido su talento, de haber premiado a otros mientras él era ignorado. “Si no puedo formar parte de su éxito, al menos formaré parte de su ruina”, declara, en una escena cargada de tensión.

La confesión provoca conmoción. Pero gracias a la rápida acción del equipo técnico y la cooperación de todos los departamentos, logran en pocas horas rehacer la fórmula original. Con turnos intensivos y una cadena de producción improvisada, preparan una edición limitada auténtica que sí representa la fragancia conmemorativa.

Cuando llega el día del aniversario, el perfume que se presenta ante los invitados es el verdadero, restaurado con esfuerzo y fidelidad. La recepción es un éxito, y el incidente con Gabriel queda relegado a las sombras, aunque el daño emocional ya está hecho. El incidente sirve como una lección para la empresa: incluso los lugares más tradicionales y familiares pueden albergar traiciones silenciosas si no se mantiene una vigilancia constante.

Gabriel es finalmente apartado de su puesto y enfrentará consecuencias legales por sabotaje corporativo. El escándalo no llega a trascender públicamente, pero entre los trabajadores, el episodio queda grabado como uno de los momentos más amargos en la historia de la perfumería.

A pesar del sabotaje, la fábrica logra salir adelante, más unida que nunca, y con un nuevo compromiso hacia la transparencia y la protección del legado que han construido durante generaciones. Pero el aroma de la traición, como un perfume mal formulado, tardará en disiparse por completo.