En el capítulo 612 de La Promesa, la tensión en el palacio alcanza nuevos niveles, y Catalina toma el control de forma contundente: sin consultar a nadie, destituye a Petra y nombra a Pía como nueva jefa de servicio. Este movimiento no solo redefine la jerarquía interna, sino que marca el inicio de una guerra silenciosa por el poder. Leocadia, que había consolidado su influencia tras la muerte de Cruz y Eugenia, interpreta la decisión como un ataque directo a su autoridad.
Mientras Leocadia intenta resistir el golpe, Alonso adopta una táctica más sutil: en lugar de enfrentar abiertamente a su hija, busca sembrar dudas en su juicio, insinuando que Catalina está tomando decisiones importantes sin su consentimiento. Su objetivo es fracturar la alianza padre-hija para debilitarla.
En las cocinas y el servicio, la llegada de Pía trae un aire de renovación. Simona, Candela y López celebran el cambio como un acto de justicia y recuperación del respeto perdido con Petra. Sin embargo, no todos comparten esa alegría: Samuel, fiel a Petra, se siente aislado y atrapado entre la lealtad personal y la necesidad de adaptarse a una nueva realidad.
Por otro lado, el Duque quiere celebrar la recuperación de Adriano con una gran fiesta, pero este se niega rotundamente. Aún marcado por el trauma de haber estado al borde de la muerte y haber presenciado el suicidio de Eugenia, Adriano considera que festejar sería un acto de insensibilidad. Este rechazo revela su transformación interna y su decisión de no permitir que el poder borre el dolor vivido.
En paralelo, un malentendido desata el caos cuando aparece una pulsera lujosa en la lavandería. Se sospecha un robo, pero al final se descubre que es una imitación barata regalada por López a Vera en un mercadillo. La confusión, aunque resuelta, demuestra cómo las apariencias pueden alimentar tensiones y juicios precipitados.
Finalmente, Manuel, harto de las evasivas y sospechas que rodean a Toño, lo enfrenta directamente, decidido a llegar al fondo de la verdad. Este enfrentamiento promete ser decisivo, ya que los secretos que Toño oculta están a punto de salir a la luz.
En resumen, el episodio deja claro que las luchas de poder se intensifican tanto en la cúpula como entre los sirvientes. Viejas heridas, lealtades tambaleantes, engaños y decisiones apresuradas hacen cada vez más frágil la estructura del palacio. Y aunque por ahora todo se sostiene, la gran pregunta es: ¿quién pagará el precio cuando esta red de secretos finalmente se rompa?