En el episodio más impactante hasta ahora de La Promesa, Catalina da un paso valiente y definitivo: tiende una trampa brillante para desenmascarar a Leocadia frente a todos… y esta vez, no hay escapatoria.
La historia se desencadena cuando Catalina, cansada de vivir a escondidas y sufrir las humillaciones constantes de Leocadia, decide actuar. Con la complicidad de Pía, Curro y Burdina, la hija del marqués organiza una falsa ceremonia de boda con Adriano, no para casarse, sino para hacer que Leocadia se delate… y funcione.
Leocadia, fiel a su arrogancia, irrumpe con furia en la ceremonia secreta. Cree que ha ganado otra batalla, que ha interrumpido nuevamente el amor de Catalina. Amenaza con arruinar su reputación, con exponer secretos del pasado y con destruir cualquier posibilidad de felicidad. Pero lo que no sabe es que ya está rodeada, cada palabra que suelta, cada amenaza que pronuncia, está siendo observada, grabada, testimoniada.
Catalina, firme y valiente, no retrocede. Esta vez no. Con los ojos encendidos de justicia y rabia contenida, le dice a Leocadia que su tiempo ha terminado. La villana no lo entiende… hasta que ve emerger de la sombra a Burdina, escoltado por Curro y Pía. “Señora Leocadia, queda usted detenida en nombre de la autoridad de Valladolid por su implicación en el caso de la señorita Hann”, anuncia con voz firme.
Leocadia intenta escapar, forcejea, niega. Pero es inútil. Catalina se planta frente a ella y le dedica las palabras más poderosas de toda la serie: “Esto no es por mí. Esto es por Hann. Por todo lo que le hiciste. Por lo que nos quitaste a todos. Hoy pagas.”
El rostro de Leocadia se descompone. Sabe que ha sido derrotada. Su altivez se quiebra en mil pedazos al ser esposada. Grita, maldice, acusa a Catalina de haberle tendido una trampa… y no se equivoca. Sí fue una trampa. Y funcionó a la perfección.
Con lágrimas en los ojos, Catalina observa el altar vacío. No hubo votos, no hubo sacerdote, no hubo anillos. Pero hubo justicia. Curro se le acerca y susurra: “La promesa de Hann, por fin comienza a cumplirse.” Y con esas palabras, el cielo mismo parece resonar. Un rayo rompe el horizonte, como si incluso la naturaleza celebrara la caída de una de las villanas más temidas de La Promesa.
¿Qué viene ahora?
🔹 Alonso, hasta ahora en conflicto con Catalina, se ve enfrentado a la dura verdad: su leal amiga de toda la vida ha estado conspirando contra su propia familia. ¿Qué hará cuando descubra que Leocadia traicionó su confianza y atentó contra su hija?
🔹 Cruz, aún encerrada en sus aposentos, siente que algo ha cambiado en el aire. Sabe que el equilibrio de poder se ha roto… y que su posición en el palacio peligra.
🔹 Pía, por fin liberada del miedo, se convierte en pieza clave para unir las piezas del rompecabezas que comenzó con la muerte de Hann. Junto a Curro, seguirá investigando… porque aún queda Lorenzo, el otro gran culpable.
🔹 Catalina y Adriano, aunque no se casaron esa noche, sellaron algo más profundo: un pacto de amor, verdad y libertad. Él le promete una vida lejos del palacio, donde nadie les dicte cómo vivir. Ella, por su parte, promete no volver a callar jamás.
Este episodio marca un antes y un después. Leocadia, la mujer que manipuló, amenazó, envenenó y destruyó desde las sombras, ha caído. Pero La Promesa no ha terminado. Porque donde hay poder, hay más secretos. Y todavía hay hilos por desenredar.
La justicia ha comenzado.
La guerra en La Promesa… está lejos de terminar.