MARTINA VISITA A CRUZ EN LA CÁRCEL – UN SECRETO QUE NADIE VIO EN PANTALLA
Esta semana en La Promesa, el drama vuelve a subir de intensidad, no solo por las tramas que veremos… sino por las que no veremos. Y es que, en un giro sorprendente (y algo frustrante para muchos espectadores), uno de los momentos más impactantes se ha desarrollado completamente fuera de cámaras: la visita secreta de Martina a Cruz en prisión.
Mientras el resto de personajes sigue atrapado en sus propios conflictos —desde la tensión entre Alonso y Manuel por la inminente boda de Catalina con Adriano, hasta la enigmática reaparición de Eugenia con un aire mucho más lúcido de lo esperado—, Martina toma una decisión drástica y silenciosa. Decide visitar a Cruz, su madre, la mujer que ha causado tantos estragos en el palacio y que ahora cumple condena tras su caída en desgracia.
Pero el escándalo no está en la visita en sí… sino en el hecho de que nunca la veremos. No hay escena, no hay flashback, no hay diálogo. Solo nos enteramos de este acontecimiento a través de una referencia externa, como si se tratara de un rumor que circula por los pasillos del palacio. Esto ha dejado a muchos seguidores perplejos, ya que se trata de un momento cargado de emociones, de implicaciones familiares profundas, y que podría haber sido una escena clave para el desarrollo del personaje de Martina.
Los creadores, al parecer, han optado por dejar este acontecimiento en la sombra, probablemente por cuestiones de producción, o quizás por la ausencia de Eva Martín en el rodaje. Aun así, para los fans más fieles, se siente como una oportunidad desperdiciada, una especie de traición narrativa al arco de Martina, que en las últimas semanas ha sido blanco de tramas poco satisfactorias o abruptamente construidas.
Por otro lado, esta semana trae otros elementos que también generan debate. El conflicto entre Alonso y Manuel alcanza un nuevo nivel cuando Alonso cede ante la idea de la boda de Catalina, algo que a Manuel le sienta como una puñalada. Su reacción parece desproporcionada y da la impresión de que los guionistas no logran encontrar un rumbo claro para su personaje, repitiendo patrones de quejas y conflictos poco coherentes con su evolución.
Además, en la zona del servicio, Toño y Simona siguen alejados, mientras Emilia, la nueva enfermera, comienza a ganar peso en la historia, conectándose con misteriosos eventos del pasado de Rómulo. Algo turbio se oculta en los años en que el mayordomo servía al barón y después a Cruz. ¿Podría Emilia saber más de lo que aparenta? ¿Estuvo implicada en alguno de los secretos más oscuros del palacio, como el supuesto intento de asesinato de Leocadia?
Por si fuera poco, la inesperada reaparición de Eugenia pone a Curro en una posición incómoda. Él se verá obligado a retomar su papel en la zona de servicio, mientras observa con inquietud a su madre, quien, a diferencia de antes, ahora parece consciente, cuerda, incluso estratégica. Las imágenes que hemos visto de Eugenia muestran una mujer que mira fijamente, que parece entender lo que ocurre a su alrededor. ¿Está fingiendo su demencia? ¿Ha estado todo este tiempo jugando al despiste?
Lo cierto es que este giro añade otra capa de misterio a una trama ya enredada. Y si sumamos a esto que no sabemos nada de Vera, ni de Teresa, que llevan capítulos desaparecidas, la sensación general entre los seguidores es que hay demasiadas líneas narrativas abiertas, y que algunas han sido injustamente desechadas o postergadas.
En resumen, el regreso de Eugenia, la actitud de Manuel, los misterios que envuelven a Emilia, y sobre todo, la visita oculta de Martina a su madre, marcan una semana cargada de tensión, decepción y muchísimas preguntas sin respuesta. Mientras algunos personajes toman decisiones que desafían la lógica, otros desaparecen sin explicación, y los espectadores se ven forzados a armar el rompecabezas con piezas invisibles.
Pero, al final del día, La Promesa sigue siendo ese rincón de dramatismo intenso y giros inesperados donde lo surrealista supera muchas veces a la propia ficción. Porque si algo queda claro esta semana, es que el verdadero drama no siempre ocurre frente a la cámara.