¡La venganza ha llegado, y esta vez, con nombre y apellido: Eugenia! En el próximo episodio de La Promesa, la historia da un giro brutal e inesperado cuando la mujer que todos creían frágil y vencida se levanta con más fuerza que nunca para hacer justicia. Eugenia ha estado observando, analizando y planeando con una frialdad estratégica admirable, y finalmente ha llegado su momento de gloria: el día en que desenmascara a los verdaderos villanos del palacio.

Todo empieza con Lorenzo y Leocadia maquinando, una vez más, uno de sus planes infames. Temen a Eugenia. Temen su mirada, su nueva firmeza, su claridad mental. Ella ha vuelto diferente, más fuerte, con una presencia que incomoda. Leocadia, fría y calculadora, propone lo impensable: hacer creer a todos que Eugenia ha recaído en su supuesta locura. Y para eso, decide recurrir a un viejo aliado del mal: Rufino, el curandero que años atrás les había ayudado a eliminar obstáculos discretamente.

Lorenzo, dividido entre la culpa y la cobardía, accede. Se interna en los bosques y visita la cabaña de Rufino, quien le entrega un brebaje sutil pero potente, capaz de alterar la mente sin dejar huellas visibles. El plan es simple: mezclarlo en una infusión y ofrecérselo a Eugenia como un gesto de “bondad”. Así, cuando ella empiece a desvariar, nadie volverá a tomarla en serio. Sería, una vez más, la mujer rota, fuera de sí, despojada de toda credibilidad.

Pero lo que Lorenzo y Leocadia ignoran es que Eugenia ya lo sabe todo.

Curro, junto a Pía, ha estado investigando en secreto. Descubrieron que lo sucedido con Hann no fue un accidente ni una tragedia médica: fue un asesinato premeditado. Y las pruebas apuntan directamente a los mismos dos culpables: Leocadia y Lorenzo. Movidos por un afán desmedido de poder, ellos sabotearon el tratamiento, manipularon las evidencias y buscaron quedarse con todo. Eugenia, enterada por Curro, decide tomar cartas en el asunto… pero no como ellos lo esperan.

Cuando Leocadia entra a su habitación con la infusión “inocente”, Eugenia la recibe con una sonrisa tranquila. Acepta la taza, la lleva a los labios, pero en un giro magistral, vierte el contenido en un jarrón sin que Leocadia lo note. Finge estar afectada. Tiembla, habla sola, camina en círculos. Y así, justo como esperaban sus enemigos, empieza a “actuar” como si hubiera perdido la razón.

Lorenzo y Leocadia celebran, creyendo que han ganado. “Esta misma noche vendrán los médicos”, dicen. “Y con ella fuera del camino, seremos libres.”

Pero esa victoria es fugaz.

Eugenia, que ha escuchado cada palabra desde la puerta entreabierta, irrumpe con una mirada que hiela la sangre. “¿Libres de quién exactamente?”, pregunta, haciendo que los dos se congelen de miedo. Con voz firme, les revela que no solo escuchó todo, sino que también grabó, documentó y recopiló pruebas contundentes: las recetas de Rufino, las copias de sus escritos, los registros médicos. Incluso tiene testigos.

Y en ese momento… entra el sargento Burdina, acompañado de dos oficiales. Eugenia señala a los culpables. “Aquí los tenéis: los que sabotearon el tratamiento de Hann, los que quisieron hundirme, los que aspiraban a quedarse con un título que no les corresponde.”

Leocadia intenta negarlo. “Está delirando”, dice. Pero Eugenia no se inmuta. “Entonces explica esto…”, y uno a uno, lanza pruebas irrefutables: el frasco hallado en su habitación, los testimonios de criadas, los encuentros secretos con Rufino. Burdina asiente. Ya sabía todo.

Los oficiales detienen a Lorenzo y Leocadia. Él intenta resistirse. Ella grita desesperada. Pero es inútil. Han perdido. Son arrastrados por los pasillos del palacio, esposados, humillados, vencidos.

Eugenia se permite, por primera vez en mucho tiempo, respirar en paz. Se gira hacia Burdina y le agradece con sinceridad. Él responde con una frase que resume todo: “Has salvado a tu familia.”

Y cuando la noche cae definitivamente sobre La Promesa, Eugenia camina sola hasta el retrato de Cruz. Lo observa en silencio y susurra: “Prometí que haría justicia.” Y así, con Lorenzo y Leocadia fuera de escena, comienza la reconstrucción. Lo que intentaron destruir ahora renace… más fuerte.

¿Y tú? ¿Qué opinas del plan maestro de Eugenia? ¿Te esperabas ese giro final? Déjalo en los comentarios y no olvides que La Promesa apenas comienza su capítulo más épico. ¡Nos vemos en el próximo avance!