El episodio gira en torno a la investigación de la muerte de Jesús de la Reina, con nuevas revelaciones que podrían cambiar el curso de los acontecimientos. Andrés informa al sargento Murillo sobre un detalle inquietante: Jesús tomó una pistola de su propiedad sin dar ninguna explicación. Este dato se suma a otra acción clave que realizó el mismo día: una visita a Don Fulgen Ibáñez del Rosal, notario de Toledo, para modificar su testamento.
El sargento revela que la única huella en el arma pertenece a Jesús, lo que refuerza la hipótesis de un suicidio, especialmente considerando que su vida había estado en declive tanto a nivel personal como profesional. Además, su cuerpo no presentaba signos de violencia, lo que hace que esta teoría sea la más aceptada por el momento. Sin embargo, Begoña se niega a creerlo, convencida de que Jesús no sería capaz de tomar una decisión tan extrema.
Mientras la investigación sigue abierta, Andrés pregunta si el señor de la Reina ha sido informado sobre estos hallazgos. El sargento confirma que lo hará personalmente, pero deja claro que el caso aún no está cerrado. Antes de irse, expresa sus condolencias a Begoña y se disculpa por su actitud del día anterior. Ella, aunque aún afectada por la noticia, le reconoce que solo estaba cumpliendo con su deber.
En la escena final, su hija permanece fuera, tomándose un momento para despedirse de su padre y asimilar la impactante verdad