Se avecina uno de los giros más impactantes en La Promesa, y nadie, ni siquiera Petra, lo verá venir. En los próximos capítulos, el destino de la estricta ama de llaves dará un vuelco inesperado cuando su protegida Alicia, la joven muda que parecía indefensa, revele su verdadera identidad… y la traicione de la forma más devastadora.
Todo comienza cuando Petra, tocada por una inusual compasión, consigue llevar a Alicia al palacio con el beneplácito del padre Samuel. La oculta en una habitación olvidada, la alimenta y la protege como si fuera su propia hija. Por primera vez, vemos a Petra mostrar ternura y humanidad, arriesgándolo todo por esa chica silenciosa que parecía necesitarla.
Pero lo que Petra jamás imaginó es que Alicia, lejos de ser una víctima, estaba jugando un peligroso juego desde el principio.
Mientras Petra se esforzaba por cuidar de Alicia, confiando plenamente en ella, la joven planificaba su venganza. Día tras día, mientras fingía sumisión y gratitud, Alicia fue acumulando información, robando pequeños objetos de valor y observando las intrigas del palacio con ojos bien abiertos.
La transformación de Petra no pasa desapercibida. Los sirvientes notan su extraño comportamiento: menos severa, más distraída, casi vulnerable. Rumores empiezan a circular: ¿se habrá enamorado? ¿Estará tramando algo? Pero nadie sospecha la verdad: Petra está ciegamente confiando en alguien que terminará por destruirla.
Y entonces llega el día fatídico.
Una tarde cualquiera, cuando Petra regresa con provisiones para Alicia, encuentra la puerta cerrada. Toca suavemente, llama con insistencia… hasta que una voz, clara y firme, rompe el silencio. ¡Alicia habla! Y no es una súplica, no es un agradecimiento: es una burla despiadada.
“Por fin ha llegado el momento de que descubras quién soy realmente”, le dice Alicia al otro lado de la puerta.
Desconcertada y aterrada, Petra intenta abrir la puerta. Alicia, riéndose cruelmente, revela su engaño: todo este tiempo ha fingido ser muda para ganarse su confianza, para moverse libremente por La Promesa y llevar a cabo su propio plan de venganza. Se había infiltrado como una huérfana inocente, pero en realidad, venía a ajustar cuentas.
Mientras Petra golpea inútilmente la puerta, suplica y amenaza, Alicia escapa por la ventana, llevándose consigo no solo pequeños objetos robados, sino también el arma más letal: la verdad.
Humillada y expuesta, Petra es encontrada horas después por los criados, desaliñada, desesperada, atrapada en su propia trampa.
La escena es un espectáculo bochornoso: Petra, la mujer altiva e intocable, reducida a una figura patética, incapaz de ocultar su desgracia.
Y como si no fuera suficiente, Leocadia, con su acostumbrada crueldad, aprovecha la ocasión para rematarla.
Desde lo alto de la escalera, Leocadia observa la humillación de Petra con deleite. Se acerca lentamente, fingiendo preocupación, y le susurra con una sonrisa venenosa: “Dejaste que una pobre infeliz te engañara como a una niña boba. Qué ironía, Petra.”
Las palabras son un golpe más doloroso que cualquier bofetada. Petra, derrotada, solo puede bajar la cabeza, mientras el rumor de su caída se extiende como pólvora por todo el palacio.
Pero lo peor aún está por venir.
Porque la fuga de Alicia no solo deja a Petra expuesta ante todos… sino que también pone en riesgo el oscuro plan que Petra había urdido junto a Leocadia para manipular a Alonso y quedarse con La Promesa.
Con Alicia libre y dispuesta a contar todo lo que sabe, las mentiras de Petra amenazan con salir a la luz. Y cuando eso ocurra, ya no habrá salvación posible.
Petra no solo podría perder su posición, su respeto y su influencia… sino también su libertad. Porque si Alicia revela todo lo que ha visto y oído, Petra podría terminar en prisión, junto a su antiguo aliado, Lorenzo.
Un final brutal para una mujer que creyó poder controlar el destino de todos.
Mientras tanto, Alicia, la joven que fue subestimada por todos, se convierte en el verdadero ángel vengador de La Promesa. No solo escapa de sus captores, sino que deja tras de sí un palacio en llamas, moralmente hablando.
Cada palabra, cada mentira, cada traición tejida por Petra y Leocadia comienza a desenredarse a partir de esta fuga, marcando el principio del fin para los villanos.
¿Será capaz Petra de recuperar su lugar en La Promesa? ¿O caerá definitivamente, arrastrando a Leocadia y Lorenzo en su caída?
Lo que es seguro es que el castigo ya ha comenzado, y será mucho más cruel de lo que Petra jamás imaginó.
No te pierdas los próximos capítulos de La Promesa, donde la verdad y la justicia —aunque tarden— siempre terminan imponiéndose.