La historia de La Promesa toma un giro explosivo con la revelación de que Curro, un joven criado como sirviente, es en realidad el legítimo heredero de la noble casa De Luján. Su vida, marcada por el maltrato de Lisandro y la marginación, cambia para siempre cuando descubre su verdadero linaje: es nieto de la Duquesa María de Luján, fruto de un amor secreto y prohibido. Este secreto, guardado celosamente por generaciones, se desencadena con el hallazgo de una antigua pulsera de esmeraldas, símbolo del linaje de la familia.
Mientras tanto, Alonso, el marqués, se encuentra atrapado entre la manipulación de Leocadia y las presiones del Duque de Carvajal, quien junto a Lorenzo, ha tramado un complejo plan para destruir a los De Luján desde dentro. La ayuda que Leocadia decía brindar no era más que una fachada para encubrir una conspiración más profunda, que buscaba apropiarse de las tierras, el título y la fortuna familiar.
Paralelamente, Manuel, inquieto por las irregularidades del caso de Toño, involucra al incorruptible sargento Burdina, quien desentierra una red de corrupción que alcanza las esferas más altas. Su investigación descubre pruebas falsificadas, testigos manipulados y sobornos, revelando que Toño fue usado como chivo expiatorio.
A su vez, Catalina, con su mente aguda y su olfato para la verdad, empieza a conectar las piezas: desde la joya robada que aparece en manos de Vera hasta las pistas sobre el pasado de Lope y la abuela de Curro. Descubre que la pulsera, una reliquia familiar desaparecida hace décadas, es la clave para confirmar el linaje de Curro. La confesión de Pía, quien guardaba un antiguo secreto transmitido por Carmen (la abuela de Lope y confidente de la duquesa), sella el destino: Curro es hijo de la heredera oculta de los De Luján.
Afectado por las verdades que salen a la luz, Alonso reconoce finalmente a Curro como parte de la familia, borrando años de desprecio y desigualdad. Curro es abrazado, no solo como sobrino, sino como heredero legítimo de La Promesa. El joven, antes humillado, ahora es respetado por su inteligencia, nobleza y carácter.
En paralelo, la caída de los villanos es inminente: María Fernández y Samuel, tras un largo proceso de redención y revelaciones, logran grabar una confesión comprometedora de Lorenzo. La grabación destapa los crímenes de manipulación, envenenamiento y chantaje, así como la implicación directa de Leocadia. Ambos son arrestados y desenmascarados ante toda la finca, lo que marca un antes y un después en la historia de La Promesa.
La red del Duque de Carvajal también se derrumba gracias a la astucia de Catalina, el coraje de Manuel y la persistencia del sargento Burdina. La justicia alcanza a quienes durante años oprimieron y destruyeron en las sombras.
Con los villanos derrotados, La Promesa renace. Eugenia se recupera y vuelve a ser ella misma, apoyada por los suyos. Samuel, libre del peso de sus errores, escoge el camino del bien, guiado por el amor y la confianza de María.
La transición de Curro hacia su nuevo rol como heredero no es inmediata, pero con la guía de Alonso, el respaldo de Manuel y el cariño de Emilia —quien se convierte en una figura materna—, logra asumir con dignidad y madurez su lugar. Lisandro, despojado de su poder, debe aceptar su nueva posición en silencio, devorado por su propia amargura.
La relación entre Emilia y Rómulo florece, sellada con un matrimonio íntimo, mientras que Lope y Vera, al comprender el valor simbólico de la pulsera, deciden donarla al nuevo museo de La Promesa, un gesto que honra la memoria y el legado de la familia.
Finalmente, el asesinato de Jana, que había marcado a Curro desde su niñez, es esclarecido. El culpable, Jacobo, confiesa impulsado por los celos y la codicia. Con su confesión, se hace justicia y se honra la memoria de Jana con un monumento en los jardines de la finca.
La finca, ahora bajo una gestión ética, transparente y moderna, prospera como nunca antes. Manuel y Catalina lideran reformas agrarias y comerciales, modernizando la economía local y asegurando un futuro sostenible.
En un epílogo luminoso, La Promesa se convierte en símbolo de justicia, redención y esperanza. Curro, transformado por la verdad y el amor, se erige como un líder natural, guiando con el corazón y el ejemplo. La historia, que comenzó en la oscuridad del engaño y la injusticia, encuentra su redención en la luz de la verdad y el poder del perdón.