Marta encuentra a Digna en la cocina, preparándose para marcharse. Aunque trata de despedirse con serenidad, sus palabras están cargadas de nostalgia. Mientras observa su alrededor, recuerda los momentos vividos en la casa, el lugar donde ha pasado gran parte de su vida. Marta la reconforta asegurándole que, sin importar lo que pase, siempre tendrá un hogar allí.
Digna se emociona con sus palabras, pero admite que irse significa cerrar un capítulo importante en su vida. Desde la muerte de la madre de Marta, ella ha sido el pilar de la familia, y ahora, dejar atrás ese papel es agridulce. Marta no entiende por qué ha decidido marcharse en este preciso momento. Digna, con un suspiro, responde que simplemente ha llegado la hora.
Marta insiste en saber si es realmente su elección o si alguien la está obligando. Digna le recuerda que siempre ha sido como una segunda madre para ella, sin importar los conflictos entre sus familias y los problemas empresariales. También le aconseja que, tras la muerte de Jesús, la familia debería unirse en lugar de dejarse dividir por los negocios.
En ese momento, Andrés entra y abraza a Digna, ya al tanto de su partida. Ella, tratando de aligerar el momento, les dice que no se va tan lejos y que siempre pueden visitarla. No quiere que esto parezca una despedida definitiva, sobre todo para-Julia. Antes de marcharse, les pide que cuiden de Julia y de su padre. Marta y Andrés le prometen que lo harán. Con una última mirada llena de cariño, Digna se va, dejando tras de sí a una familia que jamás la olvidará.