El luto por la muerte de Jesús sigue envolviendo a la familia La Reina en un profundo dolor, pero una revelación inesperada cambia el rumbo de la historia. Damián recibe la visita del sargento en un momento sumamente delicado. Aunque el oficial expresa sus condolencias, deja claro que su visita no es solo por respeto, sino por una cuestión de extrema importancia.
Damián, inquieto, le pregunta directamente de qué se trata. El sargento le revela que ha estado investigando la identidad del misterioso hombre con el que Jesús se encontró el día de su muerte. Para sorpresa de Damián, la gestoría no envió a nadie a la fábrica aquel día, lo que significa que su hijo mintió sobre ese encuentro. Esta revelación golpea con fuerza a Damián, quien se da cuenta de que Jesús ocultaba algo importante.
La principal hipótesis apunta a que Jesús se citó con alguien de dudosa reputación, posiblemente un criminal. Damián, con el corazón encogido, pregunta si ese hombre podría estar involucrado en la muerte de su hijo. El sargento no descarta esa posibilidad y le muestra un conjunto de fotos con delincuentes habituales de Toledo con la esperanza de que pueda reconocer a alguien.
Damián recuerda que Jesús mencionó a un hombre con una cicatriz y, aunque no todos los sospechosos en las imágenes comparten esa característica, el sargento insiste en que revise las fotos. La urgencia del caso es clara: cada día que pasa hace más difícil dar con el responsable. Damián, decidido a llegar hasta el fondo del asunto, invita al sargento a su despacho para examinar las pruebas con más detalle. ¿Lograrán descubrir la verdad antes de que sera demasiado tarde?