En una escena cargada de revelaciones inesperadas y emociones contenidas, Damián decide compartir con sus hijos una parte de su pasado que había mantenido enterrada durante años. Ante la sorpresa de todos, menciona la existencia de un hermano del que nunca había hablado, lo que provoca desconcierto inmediato. Sus hijos le preguntan si no había dicho siempre que era hijo único. Damián explica que, aunque técnicamente no lo era, se sintió como tal desde que su hermano abandonó el hogar familiar, dejándole solo a cargo de sus padres hasta el final de sus vidas.

El misterio se intensifica cuando Damián revela que su hermano se fue a México, donde se casó y tuvo un hijo: Gabriel. Ahora, ese sobrino, del que no sabían nada, ha llegado a España y quiere conocerlo. Los hijos de Damián se quedan atónitos ante esta noticia y cuestionan por qué él nunca mencionó nada al respecto. Damián, visiblemente afectado, admite que sus padres sufrieron mucho por culpa de su hermano y que, como él nunca le perdonó, decidió borrarlo de su vida.

La conversación sigue, y Damián cuenta que en su juventud mantuvo un breve contacto con su hermano por carta, pero que con el tiempo perdieron todo vínculo. De hecho, ni siquiera sabía cómo se llamaba su sobrino hasta que, de forma totalmente inesperada, recibió una llamada de él el día anterior. Según Damián, Gabriel debe tener una edad similar a la de Jesús, tal vez un poco mayor, ya que su hermano era diez años mayor que él.

Uno de sus hijos se muestra escéptico sobre la repentina aparición de Gabriel y cuestiona si no le parece sospechoso que quiera contactar ahora, después de tantos años. Pero Damián responde con serenidad, afirmando que no le extraña porque, por parte de padre, ellos son la única familia que Gabriel tiene. Añade que todo lo que su sobrino le ha contado coincide con lo que él sabía de su hermano, por lo que no tiene motivos para dudar de su identidad.

Ante la pregunta de si planea reunirse con él, Damián no da una respuesta definitiva. Dice que aún no lo ha decidido y que, por ahora, solo quería informarles, sin esperar una reacción específica. Su actitud es reservada, pero deja entrever que la noticia lo ha afectado más de lo que quiere admitir.

La escena concluye con una transición hacia lo cotidiano. Uno de sus hijos propone dejar la conversación para otro momento y le ofrece ayuda para elegir una corbata. El ambiente se relaja un poco, pero queda claro que este encuentro inesperado con el pasado podría abrir viejas heridas y, quizás, ofrecer una oportunidad de reconciliación.